Friday, September 22, 2006

13-El ataque de los demonios.

Decir que sentí un balde de agua fría es poco. La opresión en ese momento fue algo que jamás había sentido en mi vida. Los chicos que traía el policía me observaban con la vista perdida al frente, catatonicamente hablando, observando desde sus caras rotas. Se me vino el recuerdo y la imagen de Mateo. Lo sentí a mi lado, observando y diciéndome: "Yo te dije flaco, deja el cigarro."
Me sentí tremendamente idiota. Los consejos no escuchados, las recomendaciones desoídas, los avisos ignorados. El ataque del miedo, la bronca, toda la parte negativa mía parecía a punto de devorarme. Era toda una tormenta mental. Una decisión me llego desde lo mas profundo, "no voy a tocar mas un cigarrillo".
Seamos realistas, en diez años que fume, intente mil veces dejarlo. De a poco, de repente, de todas las maneras posibles. La verdad es que yo amaba fumar. Me encantaba escribir a maquina o computadora, mientras fumaba un cigarrillo. Escribir a mano, mientras que con la otra sostenía un tabaco. Tenía todo el estilo glamoroso del clásico escritor. Había ideado incluso una posición para no soltar el cigarro de entre los dientes y tener así las manos libres para tipear. Me veía en esta situación, decidiendo algo que no iba a poder cumplir. Otra de las tantas cosas que saldría mal, como sucedía últimamente. Ichinén fallaría en su determinación. Pero, a pesar de ese argumento tan fuerte de mis demonios internos, reforcé mi decisión con que aceptaba lo difícil del reto. No importaba que tanto sufriera, no importaba que tanto me muriera de la tentación, no importaba nada de nada. Yo seria más fuerte que el vicio, ya que en ello me iba la vida. Y cuando es lo ultimo que te queda por defender, es cuando mas poder logras manifestar. Llame a casa, avisando que estaba en el hospital, mentí sobre lo que me habían dicho. Pero, le pedí a mi vieja que viniera para ayudarme con mi mochila y mis cosas. Volví a la guardia y me encontré de nuevo con el medico Robbie, me reitero que esperara al cirujano, me pregunto si le había avisado a alguien. Le respondí que así era.
-Bien, entonces espera acá sentado que ahora vengo.-me dijo y se metió en las salas de guardia otra vez. Me senté cansadamente y mire otra vez el vacío. Me asombraba a mi mismo la tranquilidad que tenia en ese momento. Debido a mi historia clínica, operaciones cuando era chico, le tenía un buen pánico a los hospitales. Pese a que fue una de las situaciones mas difíciles, creo que fue cuando mas autentico me sentí. Quizás, sea cierto lo que dicen, en situaciones limite es cuando se demuestra la verdadera esencia de uno.

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