El depertar del día siguiente, en parte dolorido, fue tranquilo. Recibí la visita de Germán, esa mañana de martes. El no podía creer lo que me había ocurrido. Primero Mateo, luego yo. Las referencias eran de obvias a trágicas. Se lo notaba muy preocupado y fue él quien se puso a charlar con unos de mis compañeros de habitación. En el cuarto del quinto piso, había cuatro camas. Recuerdo que en la que tenía en diagonal, había un hombre mayor, pero no recuerdo su razón de internación. Enfrente de esa y al lado mío se encontraba Leandro, con quien Germán se había puesto a conversar. Leandro se había zambullido literalmente, a las ruedas de un colectivo.
-Lo que pasa es que yo tuve siempre muchos quilombos mentales.-explicaba, a modo de racionalización.
Según me contó en charlas posteriores, solo recordaba bajar del cordón de la vereda a mitad de cuadra. Venía discutiendo con la novia y se lanzó al estilo "clavado de natación" delante de un colectivo blanco. Tanto si era un 26 o un 71, que son los que pasan por Corrientes y Medrano donde fue esto, es solo ilustrativo. El colectivo lo arrastró casi hasta la esquina de Salguero y Corrientes, y estuvo en las camas de guardia inconciente durante varios dias. También tenía un tubo conectado, ya que el neumotorax de él era traumatico, no como el mío que era espontaneo. Ahora, un poco mejor tanto mental como fisicamente, comenzamos a hablar sobre cada uno. Me confesó que la noche que llegué me había oido quejarme.
-Yo me preguntaba si este sería siempre así.-referiendose a quien suscribe.
Un hecho curioso fue que Germán se cruzó con Aldo, un personaje que había hecho un programa infantil que rayaba en lo grotesco y absurdo, llamado "Aldo planet". De hecho, asi era como lo llamabamos. Dias después, este personaje pasó a visitarme y me dejó su buena onda, lo cual le agradezco. Curiosamente, el fue quien había recomendado que salieramos a buscar a Mateo por los hospitales cuando se descompuso en la calle, tal como mencioné en la primera parte.Ese encuentro fortuito el martes, que Germán se reía por lo insolito, bien pertenece al blog de la "dimensión desconocida", donde se acumulan de a millares los encuentros insolitos.
En esos dias, recibí visitas de muchos amigos mios, compañeros de la SGI y obviamente, mi familia. El que no recuerdo que me visitara más que una vez, fue "el amigo de Ámerica", el más grande, el que daba todo por los amigos. Esa ausencia fue quizás la más sentida, inflada seguramente por como se llenaba la boca diciendo que el se jugaba por la gente que quería. Esta debe ser una de las primeras caretas que comenzaron a caerse. Pero sí hubo una presencia que no faltó más que un dia, según recuerdo. Guillermo, a quien conocía de cursar sociología de CBC y que nos habiamos reencontrado anotandonos para las últimas materias. Siendo compañeros, me llamó la atención sus comentarios, su hablar de catedratico pero sin decir pavadas. Charlamos largo varias veces luego o antes de clase, pero terminada la cursada no lo vi más. Cuando fuí a anotarme para otros materias, el siguiente cuatrimestre, lo encontré en la misma situación que yo. El mucho no me recordaba pero nos fuimos por un café y charlamos largo rato. Estaba trabajando en algo que no quiso contar. Cambiamos mails y nos despedimos. No supe más de él hasta que un dia le mandé una invitación para el grupo MSN que armé, el aceptó la solicitud pero no posteo comentarios. Como un mes después, en ese grupo publiqué una noticia, una salida a la que invitaba a todos los que se quisieran venir. Muchos no se allegaron por timidez, los demás miembros ya pensaban ir. Era obvio, si no conocés a nadie, mucho no te fascina ir a cualquier salida. Pero, esa vez Guillermo apareció como salido de un vortex. Esa vez me enteré que era el tan misterioso trabajo, pertenecía a la Policia Federal. De igual forma, se me apareció en el hospital. Si mal no recuerdo, llamó a casa para saber como estaba y mi madre le dijo la noticia de mi internación. De los ocho dias, vino siete, fuera de uniforme o de civil. En aquel momento que recien nos conociamos, el lazo se estrechó muy fuerte. Demostró a pulso la calidad de persona que era. Contraponiendo a otros que se iban de boca y nada más, unas cuantas fichas me cayeron en ese entonces. Algo que me haría tomar decisiones, muy provechosas en su mayoria, en los tiempos venideros.
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