La guardia del Durand estaba llena de gente, había como diez personas delante mío. Lo que menos tenía ganas yo era de esperar tanto. Había dormido tan mal esa noche que cabeceaba más que en la más aburrida clase de economía. Me habré dormido un rato, y aun faltaban como cinco personas. Yo solo me preocupaba de tener identificado al que estaba delante mío, así cuando a el le tocara, yo seria el próximo.
Estuve a punto de irme, con la idea de volver recién al día siguiente. Estaba muy cansado, estuve a punto de salir, me pudría esperar por lo que sentía como un mero tramite. Finalmente me quede hasta que atendieron. Estaba leyendo "La revolución Humana" volumen 2, cuando fue mi turno. Tome el libro y la mochila y entre. Me atendió un medico algo joven, rubio y con lentes a quien llamare "Robbie". Es tal la cantidad de médicos que aparecen el mes siguiente y de la mayoría no se los nombres, así que comenzare a ponerle alguno para identificarlos del resto. Cuando no se para nada el nombre, usare un diminutivo.
Pase a un cubículo de la guardia y comencé a explicar mi dolencia.
-Tengo un dolor acá en la espalda y parte del pecho.-le comente, señalando la zona.-No se si es muscular, si es pulmonar. Hace días había tenido un dolor parecido pero se me fue.-
El medico asintió.
-Bueno, no te hagas problema, te haces un aplaca y vemos que nos dice. Puede ser una contractura...-
Yo concordaba con el, debía ser un nimio dolor muscular. Todo el dialogo era tal y como cuando uno va a comprar algo al supermercado. Todo me parecía un tema ligero y que resolvería en la próxima media hora. Salí del edificio principal del hospital y fui al pabellón de rayos X. Me hice la radiografía de tórax y volví a la guardia. Esperé un poco hasta que se asomo el medico y le mostré que ya tenia listo el estudio. Me hizo sentar en otro cubículo de mamparas marrón y naranja de la guardia del hospital, y se llevo la placa para el fondo. Yo me quede leyendo, esperando su diagnostico.
Al rato de estar muy orondo leyendo mi libro, escuche el siguiente dialogo:
-...Si, esta ahí lo mas tranquilo, con un libro y una mochila.-
Al captar eso, la referencia al libro y mochila, sentí que hablaba de mí. También escuche un: "no lo puedo creer". "Robbie" se asomo y me llamo adentro de las bambalinas de la guardia del Durand.
Me mostró la placa con una expresión de asombro que me dejo mareado. Empezó a decir muchas cosas, todas juntas, que mi mente intentaba ordenar a medida que las lanzaba.
-Flaco, tenés un pulmón pinchado, tenés un neumotórax.-me dijo con cara de no creer.
A propósito de todo, era la primera vez que escuchaba el término neumotórax y ni sabia que significaba.
-Te tenés que quedar internado, te vamos a operar, ahora llamo al cirujano.-decía Robbie, lo que a mi me parecía un vomito de información en borbotón. Debió ser mi expresión, mi cara denotaba que no entendía nada de lo que pasaba.
-Si yo te dejo ir a tu casa, te puede agarrar un neumotórax intensivo mientras dormís y te morís de asfixia.-cerro el medico, tanto o mas asombrado que yo por la suerte de mi noche anterior.
También era una suerte que la vez anterior no me hubiera ocurrido nada de eso. El medico me dijo que tenia que estar cinco días internado.
Yo había visto una raya en la placa, pero pensé que era algo normal Pero no, esa raya era el borde de mi pulmón. El pulmón derecho se había separado de la pared de arriba del tórax y del costado derecho. A eso se le llama neumotórax grado dos. Robbie me hizo sentar en un sillón largo a esperar al cirujano, e le iría a avisar. Me dejo en el sector donde bajan los que trae la ambulancia. Al rato, un policía trajo a dos chicos, uno con la nariz rota y otro con toda la boca ensangrentada. Uno de ellos llevaba la remera de Boca y el otro la de River. Más surrealista no podía ser la escena. Ya no iría a casa, a cenar, leer algo y dormir. Mis planes habían sido cortados de repente. Esa semana no podría hacer todo lo que tenia pensado, ni durante los siguientes días. Todo lo que tenía planeado, ya no corría más. Yo tenía una idea prefijada de lo que seria mi día restante, el día siguiente, toda la semana. Pero, en ese momento me caía el balde de agua fría que todo había cambiado. El mundo se había puesto de cabeza. Y eso donde me dejaba a mí?
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