En esta segunda parte ya nos metemos en las cercanías de mi interacción con el otro mundo. Lo relatado aquí sucede en parte simultaneamente a lo de la primera parte, pero debido a que son otro tema aparte, van por separado. Igualmente, no están totalmente en orden cronológico, sino más que nada por la relación con la sucesión de hechos dados. Hoy parece increíble que nos estemos acercando a un año de lo que ocurrió. Siento que debo escribir esto antes que olvide la mayoría de las cosas, o quizás antes que esta historia pierda fuerza. Pero estoy seguro que no perderá fuerza a menos que la supere. Y no creo que la supere, hasta que no termine de escribirlo.
Había pasado lo de Mateo, descubrí que con la perdida del celular me endeudaría como el país y encima tenía un sinfín de problemas en el trabajo. Pero mi mentalidad intentaba comprender, entablar lazos, crear consenso, amigarse con los demás. Ja, amigarse con el enemigo! Con quien quiere verte destruido a como de lugar! Esto estaba muy influido por mi mentalidad Gakkai, el aspecto budista de ver la vida. Un cúmulo de falacias que yo solo inventé. En esos días, poco antes de la muerte de Mateo, tuve “uno de mis encuentros fortuitos” en el subte. Me encontré con Gabriela, una compañera de la SGI, y comentamos sobre el libro de la vida de Nichiren. Ella lo estaba leyendo para el examen básico de ingreso al departamento de estudio. Asíme enganché para rendirlo yo también, puedo decir que me sirvió para crear una metodología de trabajo para estudiar. quizás eso fue lo único que me salió bien por esa época. Aunque no conformó a nadie, en parte tampoco a mi. Junto a Néstor y Gabriela, con la ayuda de Mecha, nos embarcamos a estudiar y allí cometí un error. No solo le quité tiempo a economía, eso sería lo de menos, podía matizar con ambas cosas; sino que fue una de las miles de cosas que intenté hacer por esa época. Algo que descubrí con la experiencia pasada es que meterme a hacer mil cosas, fue una de las razones por lo que todo ocurrió. Cuando mi cuerpo bloqueó y cayó rendido. Como dice una muy famosa frase: “el que mucho abarca, poco aprieta“.
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