Cuando por principios de 2003 viví lo que llamé “el infierno”, en si era un bajón depresivo, no lo denominé así arbitrariamente. Según la filosofía budista, la vida del ser humano tiene diez estados en los que se manifiesta, siendo el infierno el más bajo de todos. Este estado es un sufrimiento profundo y constante, no es un mero dolor. Comencé a tener sueños con demonios, monstruos, el infierno, Dios. Es extraño, que alguien que no es cristiano sueñe con Dios y con el infierno. Quizás demasiado extraño.Esto es otro factor que altero la “normalidad” de mi vida.El mayor y desencadenante del resto fue la enfermedad. Enfermedad que algunos cavernícolas querían curar con vahos (pensando que era simplemente tos) y otros con friegas de alcohol (???!)El tema de los sueños creo que merecer un apartado especial, por lo que luego lo retomare. Pero el de las opiniones e intervenciones ajenas, no solo es más tangible, sino que es lo que primero empezó. Y a pesar que los sueños fueran los más horribles, las opiniones inútiles me parecen mil veces peores.
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