Mi mente en ese entonces estaba muy saturada, hacía meses que había gritado a los cuatro vientos que necesitaba vacaciones. Los líos en el trabajo, la facultad, el examen de Gakkai, la muerte de Mateo, la perdida del teléfono y la deuda que se me venia, mi extraña y conflictuada existencia amorosa. Eso sin contar con algún que otro “amigo” que quería sentirse mejor pisándome la cabeza. Esto se disfrazaba en “criticas constructivas”, bromas desubicadas y comentarios aparentemente intrascendentes.
Por aquellos días yo había hecho una edición, con un material que tenía baja calidad. Como a las dos semanas salto un reclamo que esa publicidad que había editado no salio. El metido de Sebastián se puso a defenestrar a la computadora, y por ende a mí. Gajes del oficio, siempre tendrás detractores en este ambiente. Y no recordaba bien lo del material original de baja calidad. Pero el imbecil este se metió a hablar sobre un “desincronismo de audio y video”, que alegaba haberlo visto el mismo. Esto en cierto punto es verdad, de hecho yo también lo vi y lo corregí. La PC y la placa PRO ONE tiran ese error algunas veces, cuando se SATURAN justamente, se desincroniza el audio con el video. Pero el reclamo no venia por eso, sino porque las imágenes eran malas. Lo que yo olvide en mi lapsus mental, fue que no podía estar desincronizado ya que lo había arreglado. Pero lo había olvidado. Como podía ser posible? Bueno, cuando dormís mal, metes mil cosas distintas en tu mente y te embarcas en medio de una tormenta; es muy lógico que tu cerebro anule cosas como defensa preservadora. Los “garcas” que encargaron esa publicidad reclamaron usando la excusa que el gordo zopenco les había dado en bandeja Claro que hay algo mas, descubrí a principios de este año que el reclamo era mentira. Por lo menos en parte, y yo no tenía nada que ver. La publicidad fue rechazada en un canal por la baja calidad de la imagen de archivo, de lo cual yo no tenía nada que ver. Pero en el otro canal, Crónica creo que era, si lo aceptaron. El que había encargado todo se dijo y se desdijo de tal manera, que finalmente se deschavó que no tenia nada que ver conmigo el problema. Pero, en aquella época, quien cargo con la culpa de todo, fui yo. Fue el error de “asumir la responsabilidad de mis actos” cuando en realidad no eran míos. Un error de “budista boludista” Puede que ser honesto y maduro, asumiendo la responsabilidad de lo que uno hace, funcione en un mundo ideal. Pero en un ambiente de garcas, eso puede ser tu perdición.
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