Al día siguiente de la discusión con mis viejos, que ya relaté anteriormente, fue cuando ocurrió. La ultima vez que había visto a Mateo se despidió como todos los días. Hablaba como si fuera a volver una semana después de operarse. Se había despedido el viernes anterior, mientras grabábamos un programa, con tanta naturalidad que nadie podía anticipar lo que vendría.El lunes siguiente, el 27 de septiembre, operaron a Mateo alrededor de las 13 hs. Gabriel, que había sido camarógrafo en RVR, fue a visitarlo el miércoles, con lo cual fue el ultimo en verlo vivo, al menos en lo que refiere a la gente del trabajo. Ese jueves, uno de los días de más trabajo por esa época, grabábamos un programa nuevo. Aunque lo de nuevo es solo entre comillas, era más bien un reestreno. El programa “La voz y la opinión” ya grababa en RVR cuando yo empecé, pero se habían ido por diversas razones al medio año. Ese día, era el primero que volvíamos a grabarlo. Aunque no era nuevo, tuvimos los inconvenientes propios de un programa nuevo. Tuvimos que hacerlo en dos partes, por que había otro programa y nos fuimos tardísimo. Afortunadamente, hubo un momento en que nos fuimos, para alegría mía. Lo único que quería era que terminara ese pésimo día, iluso de mí, que esto apenas empezaba. Hacia poco me había comprado un celular, que luego (creo que afortunadamente) perdí. Ya le había agarrado idea a ese aparato maldito. Por lo que ni aún después me preocupé en reemplazarlo. La intención inicial de tener el teléfono era para la causa del Kosen Rufu, la lucha por la paz y la felicidad de todos, como buen miembro de la SGI. Pero solo fue emisor de malas noticias. La noche de ese jueves 30, cuando solo esperaba descansar y quedarme en casa ya que me moría de sueño, el teléfono sonó. Del otro lado, escuché la voz de Germán, lo primero que pensé es que había habido algún problema con algún programa. La voz que tenía, el tono que usaba, indicaba que no era nada bueno.
-Diego…menos mal que te encuentro.-me dijo Germán, desde su celular.-No sabes que pasó, falleció Mateo.-
-Quee???? NO!-exclamé con incredulidad, alrededor mi familia me miraba sin entender.
No podía creer lo que oía. La presión que mi vida tenía fue una bomba que me estalló en la cara ese día. Y tiempo después, cuando caí yo enfermo, solo fue la consecuencia de ese hecho. Me estaba preparando la comida, unas empanadas, fui a la cocina como un autómata luego de anunciar la noticia. Mi familia permanecía en el living sin saber que decir. Parado al lado del horno, me derrumbé de rodillas, apoyando los brazos sobre el mármol negro de la mesada.
-Ay, Nicky!-murmuré entre los incontrolables sollozos. Mi familia vino a ayudarme y sobre el piso de la cocina, lloré la partida de mi amigo.
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