Tuesday, December 21, 2010

16-Orden del hospital.

El depertar del día siguiente, en parte dolorido, fue tranquilo. Recibí la visita de Germán, esa mañana de martes. El no podía creer lo que me había ocurrido. Primero Mateo, luego yo. Las referencias eran de obvias a trágicas. Se lo notaba muy preocupado y fue él quien se puso a charlar con unos de mis compañeros de habitación. En el cuarto del quinto piso, había cuatro camas. Recuerdo que en la que tenía en diagonal, había un hombre mayor, pero no recuerdo su razón de internación. Enfrente de esa y al lado mío se encontraba Leandro, con quien Germán se había puesto a conversar. Leandro se había zambullido literalmente, a las ruedas de un colectivo.
-Lo que pasa es que yo tuve siempre muchos quilombos mentales.-explicaba, a modo de racionalización.
Según me contó en charlas posteriores, solo recordaba bajar del cordón de la vereda a mitad de cuadra. Venía discutiendo con la novia y se lanzó al estilo "clavado de natación" delante de un colectivo blanco. Tanto si era un 26 o un 71, que son los que pasan por Corrientes y Medrano donde fue esto, es solo ilustrativo. El colectivo lo arrastró casi hasta la esquina de Salguero y Corrientes, y estuvo en las camas de guardia inconciente durante varios dias. También tenía un tubo conectado, ya que el neumotorax de él era traumatico, no como el mío que era espontaneo. Ahora, un poco mejor tanto mental como fisicamente, comenzamos a hablar sobre cada uno. Me confesó que la noche que llegué me había oido quejarme.
-Yo me preguntaba si este sería siempre así.-referiendose a quien suscribe.
Un hecho curioso fue que Germán se cruzó con Aldo, un personaje que había hecho un programa infantil que rayaba en lo grotesco y absurdo, llamado "Aldo planet". De hecho, asi era como lo llamabamos. Dias después, este personaje pasó a visitarme y me dejó su buena onda, lo cual le agradezco.
Curiosamente, el fue quien había recomendado que salieramos a buscar a Mateo por los hospitales cuando se descompuso en la calle, tal como mencioné en la primera parte.Ese encuentro fortuito el martes, que Germán se reía por lo insolito, bien pertenece al blog de la "dimensión desconocida", donde se acumulan de a millares los encuentros insolitos.
En esos dias, recibí visitas de muchos amigos mios, compañeros de la SGI y obviamente, mi familia. El que no recuerdo que me visitara más que una vez, fue "el amigo de Ámerica", el más grande, el que daba todo por los amigos. Esa ausencia fue quizás la más sentida, inflada seguramente por como se llenaba la boca diciendo que el se jugaba por la gente que quería. Esta debe ser una de las primeras caretas que comenzaron a caerse. Pero sí hubo una presencia que no faltó más que un dia, según recuerdo. Guillermo, a quien conocía de cursar sociología de CBC y que nos habiamos reencontrado anotandonos para las últimas materias. Siendo compañeros, me llamó la atención sus comentarios, su hablar de catedratico pero sin decir pavadas. Charlamos largo varias veces luego o antes de clase, pero terminada la cursada no lo vi más. Cuando fuí a anotarme para otros materias, el siguiente cuatrimestre, lo encontré en la misma situación que yo. El mucho no me recordaba pero nos fuimos por un café y charlamos largo rato. Estaba trabajando en algo que no quiso contar. Cambiamos mails y nos despedimos. No supe más de él hasta que un dia le mandé una invitación para el grupo MSN que armé, el aceptó la solicitud pero no posteo comentarios. Como un mes después, en ese grupo publiqué una noticia, una salida a la que invitaba a todos los que se quisieran venir. Muchos no se allegaron por timidez, los demás miembros ya pensaban ir. Era obvio, si no conocés a nadie, mucho no te fascina ir a cualquier salida. Pero, esa vez Guillermo apareció como salido de un vortex. Esa vez me enteré que era el tan misterioso trabajo, pertenecía a la Policia Federal. De igual forma, se me apareció en el hospital. Si mal no recuerdo, llamó a casa para saber como estaba y mi madre le dijo la noticia de mi internación. De los ocho dias, vino siete, fuera de uniforme o de civil. En aquel momento que recien nos conociamos, el lazo se estrechó muy fuerte. Demostró a pulso la calidad de persona que era. Contraponiendo a otros que se iban de boca y nada más, unas cuantas fichas me cayeron en ese entonces. Algo que me haría tomar decisiones, muy provechosas en su mayoria, en los tiempos venideros.

Wednesday, December 01, 2010

15-Operación: Laichzeit.


No he continuado esta historia en años. En primera instancia pensé por que la tenía superada, que como se verá más adelante, estaba equivocado. En segunda instancia, no sentía deseos de remover el pasado. "El pasado es polvo." Hoy por hoy, me veo ante la obligación para conmigo de concluir lo que empecé. Y dejar un lindo final para este relato. "Las buenas historias son las que terminan bien". Donde había quedado, era justamente en uno de los momentos más cruciales, el primero quizás. El momento en que entraba al quirofano. Y el momento en que el infierno se desataba en la tierra.
Cuando entré en el quirofano "C", me hicieron sentar en la camilla, me operarían sentado, ya que era más accesible mi costado derecho del pecho. Entre preparativos y otras idas con sus vueltas, me intentaba relajar. Debo decir, que con limitado exito. Los fantasmas de mis operaciones de niño eran como el cuco que intentaba salir del placard. Igualmente, lo que vendría sería mucho más real y a la vez fantástico, pero si mucho peor. Una enfermera me ató la muñeca derecha en un parante por encima de mi cabeza, para dejar la zona de la axila libre. Me afeitaron ligeramente por debajo y comenzaron a pincharme. La anestesia, si no recuerdo mal era algo semejante a gel, pero si recuerdo que se sentía así. Otro rato de espera, dolorosa espera, mientras el anestesico hacía efecto. Un médico, el que me operaría, entró en el quirofano. Ya lo había visto afuera, era bajito, morocho, un poco gordito. Me hacía acordar mucho a Mario, compañero de RVR. Por lo que usaré el nombre de "Marito" para referirme a él. En un momento que entró a la sala me dijo:
-Estás cagado, flaco?-ál ver mi palida rigidez. Casi comentado como afirmación, más que pregunta.
Yo sonreí, debía mostrar mas miedo del que tenía, aquello era solo una cirugía menor. Lo peor debía ser el dolor, aunque los médicos dijeron que tratarían que no doliera nada. Siempre dicen eso, creo que siempre lo intentan, pero no siempre se puede. Cuando "Marito" dijo que iban a empezar, me puse tenso y al instante traté de relajarme. Eso me dijeron varios doctores. Mis viejos estaban afuera, sufriendo la espera angustiosa, y yo adentro solo. Solo como siempre se está solo ante la muerte, nacemos solos para morir solos. Eso dicen los clichés. No me importaba en ese momento, menos ahora. La operación comenzó, mucho ya no lo recuerdo. Es increible como la mente intenta olvidar lo que le hace mal. Recuerdo que sentí los cortes, profundos y duros. Basicamente, tenían que llegar al interior de mi torax, para meter un drenaje que sacara el aire que se habia salido y llena la cavidad interior. Este aire había formado una burbuja que los médicos denominan "enfisema", creo, no se el término exacto. Tenían que pinchar esa burbuja y sacar el aire afuera. Me taparon la cara y el cuello con una sabana, no se si para que no viera o para trabajar tranquilos. Solo podia mirar el techo, pero no recuerdo como era. Miraba sin ver, solo hacia adentro. Tanta maniobra y tanto ajetreo con mi carne, que en un momento me quejé. "Marito" me preguntó:
-Te duele, mira que no te tiene que doler, avisame.-
-Solo un poco, siento la presión.-respondí honestamente, sentía como hacían fuerza para entrar adonde tenía la burbuja.
-No, no. Te doy un poco más de anestesia, no tenés que sentir nada.-
La anestesia, local obviamente, era para que no sintiera nada en toda la mitad del pecho. Supongo que sería para no tensionar los musculos por el dolor o por piedad hacia el paciente, quien sabe. Volví a sentir un pinchazo y más liquido denso entrando en mi. Era como si un alien me estuviera poseyendo. Me acordé de Matrix, cuando Neo se queja de lo frio que está el liquido que le absorbe el brazo. Pero esto mio, era real y por adentro. El médico siguió trabajando y lo que más dolía era la presión que hacía para meter el tubo. Traté de no moverme mucho, pero no podía evitar sacudirme con cada empuje. Hasta que en un momento llegaron a la burbuja, lo supe porque senti el aire salir violentamente. Se escucho un ruido sordo como el que hace cualquier sistema neumatico. Basicamente, fue como tirarse un pedo por el costado. Si, aunque suene gracioso, era un pedo de axila. El dolor fue indescriptible, pero me causó gracia. Me reí en un quejido de dolor. Pensé en lo cómico que era largar aire por el costado, y la sensación era la misma a soltarse un "sordito", pero agregandole el dolor de la violenta expulsión. Era como un desove, de aire especificamente. Mi risa hizo que "Marito" comentara:
-HEEEHEHEE! Eso era lo que teniamos que sacar, ya terminamos. En un toque, terminamos.-
El "toque", duró quizás un poco demasiado para mi gusto. Mientras terminaban su labor, ajustando el tubo y vendando la zona, comencé a sentirme raro. La anestesia última que había puesto "Marito" estaba haciendo efecto del todo. Sentía, pero no sentía, estaba drogado. No era como un flasheo de marihuana, era algo distinto. Me parecía que era más ligero, que el tiempo corría más rápido, pero yo pensaba más lento. Pero a la vez estaba muy lúcido. Muy extraño, un sopor hermoso me invadió y me quedé enredado en ello. Era mejor que pensar en como me habían cortado.
-Estás bien, flaco?-preguntó "Marito", percatandose que hacía rato que no decía ni un murmullo.
-Siiiiii.-respondí lentamente, arrastrando las letras.
La mano de uno de los médicos me tocó la frente. Noté cierto temor, mis sentidos parecian sintonizados de otro modo al normal, bueno lo estaban de hecho.
-Estoy drogado.-comenté, con el mismo tono perdido.
-No te preocupes, ya terminamos.-
A partir de ahí, si pasó mucho tiempo o no, me es imposible asegurarlo. A mi me pareció relativamente corto, pero si las apreciaciones ya son subjetivas de por si, estando drogado ni que decirlo. En mi estado alterado por la anestesia local, el tiempo podía durar mucho. Cerraba los ojos y formas pasaban delante mio, como cuando estás a punto de dormirte. Murmullos en mi mente, voces inaudibles y lejanas.
Me di cuenta que todo había terminado cuando retiraron la sábana de mi cara. Respiré aliviado, había terminado todo. Ja, iluso. Pero en ese momento, habían terminado de hecho. Ahi comencé a tomar conciencia de mi cuerpo en parte, el dolor me lo recordó. Me hicieron pasar a una camilla movil, para trasladarme a una habitación. Me dolía todo el cuerpo, me ayudaron entre varios médicos para mudarme de lugar. Un camillero me llevó por los pasillos de nuevo por la guardia. Creo que ahí vi mis padres, pero no puedo jurarlo. Me sacaron afuera del edificio del hospital, hacia el pabellón de rayos. Querían sacarme una radiografía para ver como era el resultado de la operación. Ponerme delante de la maquina de rayos fue más molesto que doloroso. Solo quería acostarme y no levantarme hasta el dia siguiente.
-Te saco esta placa y ya te vas a la habitación.-Me dijo un médico al ver mi cara de hastío.
Terminado ese tramite, volví a la camilla y otro viaje por el largo pasillo de rayos hasta afuera. Desde la camilla veía el edificio del Durand inmenso. Recuerdo ver un arbusto o yuyo de una grieta en lo alto del edificio y sonreir ante lo insolito de eso. En mi estado grogui, cualquier cosa me parecía curiosa. Por un ascensor me llevaron al quinto piso. Ahí si recuerdo bien, ver a mi familia. Había llegado mi hermana. Se la veía muy angustiada por lo sucedido. Se acercaron y me Eleonora me dió un beso.
-Hoooollaaaaa.-los saludé.-con lo que se dieron cuenta que tenía un viaje anestésico que volaba.
-Estás muy lindo drogado.-me comentó Ele, dandome un beso.
Me reí ligeramente, divertido, hasta lo más ínfimo me parecía gracioso. Por lo menos para sonreir. Papá se quedó conmigo, entre él y los médicos me pasaron al estilo "bolsa de papas" a la cama. La habitación era al final del pasillo, todo estaba a oscuras. Eran como las dos de la madrugada. Y aunque me costó dormirme y logré conciliar poco el sueño, me alivió el hecho de que ya estaba en la cama y por el momento, no tenía que preocuparme más.