Mi pulmón derecho, levantó en parte, y según los médicos lo seguiría haciendo. Por esta razón me dieron de alta, aunque debía ir a los consultorios externos para hacerme controles. Supuestamente, tenía que ir en un mes, y pese a todo fue lo que hice, de otra manera.
En aquel momento, lo tomé como un mal trance que ya había pasado y me había servido para dejar de fumar. Todo lo que quería era retomar el ritmo normal de mi vida, aunque este no fuera el más promisorio.
Cuando Mariana y Sebastián se enteraron, le avisaron a Elizabeth. Ellos habían llamado a casa con cualquier razón y se llevaron tremenda sorpresa. Vinieron a visitarme, como tantos otros que quizás estoy olvidando mencionar. A veces se me mezclan quien me visitó en ambas internaciones y quien recién se enteró en la segunda.
El chiste de “casi irse al otro lado”, “cerca del arpa” y otras referencias necrológicas fue común en aquellos días. Nada me esperaba como lo que luego sucedió. Ocho días que me sacudieron y me dejaron en un shock soporífero. El dejar de fumar, como relaté en el episodio de la guardia, fue una decisión firme. Claro que a esa firmeza había que ayudarla. Ganas de fumar tenía constantemente. Pero entre la enfermedad, de la cual se sospechaba culpable al cigarrillo y que dentro del hospital no podía fumar, ayudaron a apuntalar mi determinación. Reemplacé un vicio con otro. Cada vez que la abstinencia de nicotina me atacaba, me iba a tomar un café a la maquina del pasillo, cerca de los ascensores. Algunos usan caramelos, pero a mi me funcionó el café.
Al salir de alta, no reaccionaba con lo que había pasado, excepto en lo de dejar de fumar. Finalmente, todo fue quedando atrás en dos semanas y lo único que veía delante mío era retomar el ritmo normal. Lamentablemente, las cosas no sucederían de esa manera. Pero antes de ir a eso. Queda mencionar dos hechos, los cuales cobran mucha importancia ante lo sucedido. El primer día fuera del hospital me encontré con dos promotoras que repartían folletos y calcomanías del día del aire puro. El día siguiente a que me dieran de alta. Hecho que parece propio de la DDI, Dimensión Desconocida Ichinén. Por lo cual, considero que ese otro blog es solo una extensión y a veces continuación de este “Lado Oscuro”.
El segundo hecho, fue uno o dos días después de este, el primero que me reintegraba a RVR. Germán me mandó a retirar un cheque de Yankelevich a la casa de este hombre. El trabajo que haría Mateo, recuerdo que comentó, otra referencia no de muy buen augurio. Volviendo de ello, me detiene un flaco en la puerta de un bar de avenida Cabildo y me propone hacer una encuesta. Como no estaba apurado y me sobraba el tiempo, accedí. Subimos al piso superior del bar y me encontré con una hilera de mesas juntas donde, como si fuera un estrado, se encontraban un hombre y dos mujeres con un montón de papeles. El hombre y una de las mujeres estaban fumando en ese momento. Al verlos, me asaltó un pánico tal, que me eché un paso atrás. No quería estar en ese ambiente viciado, simplemente no quería ni ver eso de cerca. En parte por si me hacía mal y un poco por si me daba ganas.
-No puedo quedarme, no me puedo quedar.-lancé como si hubiera visto gente muerta al mejor estilo “Sexto sentido”.
El flaco no entendía nada, pero me acompañó de nuevo por la escalera. Salí a grandes zancadas de ese bar, nervioso y casi temblando. Al tomar el subte me tranquilicé y examiné mi accionar. Me sorprendió a mi mismo mi conducta, como si otro hubiera hecho aquello. No le conté a nadie cuando llegué a RVR de lo sucedido. Y si luego lo relaté a alguien, fue una versión mucho más suave de como la sentí en aquel momento. Ese trance había terminado para mi. Ahora lo único que me importaba era seguir con mi trabajo y mi estudio, pero descubriría más tarde, en ese también me esperaba otra lucha.
El lado Oscuro. (O quien es y como ha llegado a serlo.)
Esto se dedica exclusivamente al primer relato autobiográfico que hago en mi vida. Lo acontecido el año 2004, algo que incluye muchas más cosas que el neumotorax. El que crea que esto va a ser algo deprimente se equivoca, este relato tiene de todo, es como la vida. En el existe el humor, el drama, etc.
Saturday, April 16, 2011
Wednesday, March 30, 2011
20-El otro mundo.
Llegados hasta aquí, solo resta mencionar unos pocos hechos más. El tan mencionado drenaje me lo sacaron unos dias después. El pulmón estaba mejor, ya sin aire en el tórax. Pero... el mismo dia que me lo sacaron, el pulmón volvió a colapsar. Estaba caminando por el pasillo del quinto piso, cuando en un acceso de tos senti como también se me inflaba la venda que tapaba el agujero de la axila. Era una venda dura y grande que abarcaba todo un cuadrado debajo del brazo, aun así se infló y expulsó aire como un parche defectuoso. Los médicos me tuvieron un par de días más en observación debido a esto.
La santa guerra fría, como más se me ocurre llamarla, tuvo un nuevo punto álgido. La confrontación entre cristianismo y budismo en mi vida y familia encontraba una nueva excusa para tener un episodio de leve calentamiento. Norma, una compañera de Gakkai me vino a visitar al hospital y me mostró el diario donde daban los resultados del examen "Niñó". Lo había aprobado. En ese momento, pensé, que por lo menos una cosa salía bien. Mi madre muy de acuerdo no estuvo y no vio la importancia que eso tenía para mi. Consideraba que la facultad era mucho más importante. En ese entonces solo cursaba economía y no tenía una nota como para dormir tranquilo. Estudiar en el hospital se me hizo imposible, por más que me ponía a leer, no entendía nada. Poco después, pedí que me trajeran de casa otro tipo de lectura. Los libros de budismo como "la revolución humana, segundo volumen" también fueron abandonados donde los dejé al entrar en internación. No podía, simplemente no podía poner la mente en eso. Solo aceptaba lectura distractiva, lo más banal posible. Recuerdo que también había empezado el "fundamentos del budismo", abandonado poco después. Este libro, demasiado teórico para hacerme sentir mejor, no era la lectura adecuada para mi estado actual. De hecho, aquí comienza infimamente algo que se acrecentaría luego de la segunda internación. "Reducirse a lo básico". La religión, el trabajo, todo; pasaba a un segundo plano cuando tu prioridad es continuar respirando. Todo se ve diferente cuando estás más preocupado por llegar vivo al día siguiente, que por discusiones triviales, teorías retóricas o eventos intrascendentes. Lo que menos toleraba en ese entonces era la religión. Agradecía más a los compañeros de Gakkai que venían a visitarme y hablabamos de cualquier cosa antes que de budismo. A los cristianos que pasaban por las habitaciones los cortaba en seco, directamente aclarando que no era cristiano. Lo que menos útil me podía resultar en ese momento era esa creencia lastimera, que solo me acercaría a la depresión, mendigando ante un Dios una ayuda que no obtendría. Igualmente, el tiempo me diría que el camino verdadero era el del medio. Ni mucho ni poco, intermedio. La ley de causa y efecto, demostraba ser inexorablemente real. Porque fumaba desde hacía diez años, ahora tenía un problema pulmonar, eso creía entonces. Causa y efecto, todo parecía una consecuencia de mi determinación autodesctructiva de la adolescencia. Finalmente, me enfrentaba a las consecuencias de malas decisiones.
En el ambito del blog, había empezado la compilación de la historia de Siddartha, previamente a quedar internado. Más exactamente el dos de noviembre, dia de todos los santos, curiosamente. Gonzalo me prestó el libro de Khyra Palén, junto con el mio de Siddartha de Hesse y la nueva revolución humana de sensei; comencé a compilar una larga novela sobre la vida del buda histórico. No sirve de nada aclarar que esto se truncó y que luego me costó retomarlo. No pude seguirlo hasta el 23 de enero del año siguiente con el capitulo cinco. Fecha que también tiene un dato curioso, dos años antes exactamente, comenzaba mi periodo depresivo al que llamé "infierno". Lo más interesante de todo es que debido a mi enfermedad, esa etapa de hacía dos años quedaba caduca y solo como curiosidad, perdía importancia ante todo lo ocurrido en este momento que relato. No importa lo mucho que doliera aquel entonces, hoy se veía muy lejano y lo actual era mil veces peor. Desde junio de ese 2004, había empezado los cuentos del guerrero Ichinén, algo que tomé como una especie de avatar. Hasta la internación habia escrito once relatos, pero luego del trance este, tardé seis años en poder volver a publicar en ese blog. En mayo, había empezado a escribir "El Antibuda", aunque como el caso anterior, seguramente tenía borradores previos y de hacía mucho, recién por esas fechas los publicaba en blogs. Hasta el 6 de noviembre había publicado 22 capitulos, luego no lo retomaría hasta enero del año siguiente. Es identico el caso con el blog de los chistes religiosos, "AOP". Que se inspiraba en mi saga homónima, desde julio hasta noviembre y no la retomé hasta enero. También igual es el caso del blog de mi personaje "Lazaro, que continué tiempo después y ahora abandoné pero por razones argumentales no personales.
En el blog principal, posteé lo siguiente el dia 24 de noviembre de 2004 luego del primer alta, titulado "Y por el camino lo vi a Sueyro":
"No siento ganas de hablar sobre lo que paso, no es que me haga mal o algo, simplemente no tengo ganas de relatar una historia larguisima que me agotaria y que quizas hasta a mi me aburra. La cuestion es simple, estuve jodido de salud, si no me operaban podia morir, estuve internado y zafé como el mejor. Pero aunque tenga unas cuantas anecdotas del periodo de internacion, no es tan gracioso lo que paso. Me lo tomo con humor ahora, pero no es cosa de risa. Fijate que hace poco cité una frase de Rousseau que decia que vivir no es respirar, sino obrar. Pero si por poco, yo dejo de hacer las dos primeras, ni hablemos de obrar. Pensar que mi unico plan era lo que haría al día siguiente, cosas del laburo, anotarme en un final, ese tipo de cosas era mi prioridad. Pero en cuestion de minutos, me vi ante la prioridad de continuar respirando. Y eso que solo me dolía un poquito el pecho y la espalda. Bueh, tuve un neumotorax muy extraño y peculiar, muy Ichinen, muy de mi persona. Ahora, hacen chistes sobre que soy Ichinen el blanco (más que blanco, blanco Gandalf), que resucite y no sé cuantas boludeces más. Pero te digo en serio, ya hasta a mi me da hastio hacer chistes con esta experiencia. Pero, aunque algunos lo vean como que me ocurrio una desgracia,(tienen un dope esos!!) yo lo veo como que tuve el gran beneficio de llegar en el momento justo antes de tener una desgracia en serio. La desgracia en serio hubiera sido que tuviera que ponerme el piyama de madera. Ayer fui al hospítal y me vieron el pulmon, esta totalmente expandido. En un mes, te cuento sobre el siguiente control, que es el definitivo."
Me gustaría hacer notar algo sobre este extracto. No tenía ganas de hablar de ello, pero terminé explicandolo sucintamente. La mención a los chistes irrelevantes. Y lo más importante, el final, que en un mes sabría una respuesta definitiva. Como se verá más adelante, esto no había terminado.
Dos post más, totalmente irrelevantes para con este relato y luego el que escribí estando internado. Pero ese, será agregado cuando llegué a esa parte. Mientras tanto, sigamos con lo ocurrido.
La santa guerra fría, como más se me ocurre llamarla, tuvo un nuevo punto álgido. La confrontación entre cristianismo y budismo en mi vida y familia encontraba una nueva excusa para tener un episodio de leve calentamiento. Norma, una compañera de Gakkai me vino a visitar al hospital y me mostró el diario donde daban los resultados del examen "Niñó". Lo había aprobado. En ese momento, pensé, que por lo menos una cosa salía bien. Mi madre muy de acuerdo no estuvo y no vio la importancia que eso tenía para mi. Consideraba que la facultad era mucho más importante. En ese entonces solo cursaba economía y no tenía una nota como para dormir tranquilo. Estudiar en el hospital se me hizo imposible, por más que me ponía a leer, no entendía nada. Poco después, pedí que me trajeran de casa otro tipo de lectura. Los libros de budismo como "la revolución humana, segundo volumen" también fueron abandonados donde los dejé al entrar en internación. No podía, simplemente no podía poner la mente en eso. Solo aceptaba lectura distractiva, lo más banal posible. Recuerdo que también había empezado el "fundamentos del budismo", abandonado poco después. Este libro, demasiado teórico para hacerme sentir mejor, no era la lectura adecuada para mi estado actual. De hecho, aquí comienza infimamente algo que se acrecentaría luego de la segunda internación. "Reducirse a lo básico". La religión, el trabajo, todo; pasaba a un segundo plano cuando tu prioridad es continuar respirando. Todo se ve diferente cuando estás más preocupado por llegar vivo al día siguiente, que por discusiones triviales, teorías retóricas o eventos intrascendentes. Lo que menos toleraba en ese entonces era la religión. Agradecía más a los compañeros de Gakkai que venían a visitarme y hablabamos de cualquier cosa antes que de budismo. A los cristianos que pasaban por las habitaciones los cortaba en seco, directamente aclarando que no era cristiano. Lo que menos útil me podía resultar en ese momento era esa creencia lastimera, que solo me acercaría a la depresión, mendigando ante un Dios una ayuda que no obtendría. Igualmente, el tiempo me diría que el camino verdadero era el del medio. Ni mucho ni poco, intermedio. La ley de causa y efecto, demostraba ser inexorablemente real. Porque fumaba desde hacía diez años, ahora tenía un problema pulmonar, eso creía entonces. Causa y efecto, todo parecía una consecuencia de mi determinación autodesctructiva de la adolescencia. Finalmente, me enfrentaba a las consecuencias de malas decisiones.
En el ambito del blog, había empezado la compilación de la historia de Siddartha, previamente a quedar internado. Más exactamente el dos de noviembre, dia de todos los santos, curiosamente. Gonzalo me prestó el libro de Khyra Palén, junto con el mio de Siddartha de Hesse y la nueva revolución humana de sensei; comencé a compilar una larga novela sobre la vida del buda histórico. No sirve de nada aclarar que esto se truncó y que luego me costó retomarlo. No pude seguirlo hasta el 23 de enero del año siguiente con el capitulo cinco. Fecha que también tiene un dato curioso, dos años antes exactamente, comenzaba mi periodo depresivo al que llamé "infierno". Lo más interesante de todo es que debido a mi enfermedad, esa etapa de hacía dos años quedaba caduca y solo como curiosidad, perdía importancia ante todo lo ocurrido en este momento que relato. No importa lo mucho que doliera aquel entonces, hoy se veía muy lejano y lo actual era mil veces peor. Desde junio de ese 2004, había empezado los cuentos del guerrero Ichinén, algo que tomé como una especie de avatar. Hasta la internación habia escrito once relatos, pero luego del trance este, tardé seis años en poder volver a publicar en ese blog. En mayo, había empezado a escribir "El Antibuda", aunque como el caso anterior, seguramente tenía borradores previos y de hacía mucho, recién por esas fechas los publicaba en blogs. Hasta el 6 de noviembre había publicado 22 capitulos, luego no lo retomaría hasta enero del año siguiente. Es identico el caso con el blog de los chistes religiosos, "AOP". Que se inspiraba en mi saga homónima, desde julio hasta noviembre y no la retomé hasta enero. También igual es el caso del blog de mi personaje "Lazaro, que continué tiempo después y ahora abandoné pero por razones argumentales no personales.
En el blog principal, posteé lo siguiente el dia 24 de noviembre de 2004 luego del primer alta, titulado "Y por el camino lo vi a Sueyro":
"No siento ganas de hablar sobre lo que paso, no es que me haga mal o algo, simplemente no tengo ganas de relatar una historia larguisima que me agotaria y que quizas hasta a mi me aburra. La cuestion es simple, estuve jodido de salud, si no me operaban podia morir, estuve internado y zafé como el mejor. Pero aunque tenga unas cuantas anecdotas del periodo de internacion, no es tan gracioso lo que paso. Me lo tomo con humor ahora, pero no es cosa de risa. Fijate que hace poco cité una frase de Rousseau que decia que vivir no es respirar, sino obrar. Pero si por poco, yo dejo de hacer las dos primeras, ni hablemos de obrar. Pensar que mi unico plan era lo que haría al día siguiente, cosas del laburo, anotarme en un final, ese tipo de cosas era mi prioridad. Pero en cuestion de minutos, me vi ante la prioridad de continuar respirando. Y eso que solo me dolía un poquito el pecho y la espalda. Bueh, tuve un neumotorax muy extraño y peculiar, muy Ichinen, muy de mi persona. Ahora, hacen chistes sobre que soy Ichinen el blanco (más que blanco, blanco Gandalf), que resucite y no sé cuantas boludeces más. Pero te digo en serio, ya hasta a mi me da hastio hacer chistes con esta experiencia. Pero, aunque algunos lo vean como que me ocurrio una desgracia,(tienen un dope esos!!) yo lo veo como que tuve el gran beneficio de llegar en el momento justo antes de tener una desgracia en serio. La desgracia en serio hubiera sido que tuviera que ponerme el piyama de madera. Ayer fui al hospítal y me vieron el pulmon, esta totalmente expandido. En un mes, te cuento sobre el siguiente control, que es el definitivo."
Me gustaría hacer notar algo sobre este extracto. No tenía ganas de hablar de ello, pero terminé explicandolo sucintamente. La mención a los chistes irrelevantes. Y lo más importante, el final, que en un mes sabría una respuesta definitiva. Como se verá más adelante, esto no había terminado.
Dos post más, totalmente irrelevantes para con este relato y luego el que escribí estando internado. Pero ese, será agregado cuando llegué a esa parte. Mientras tanto, sigamos con lo ocurrido.
Friday, March 18, 2011
19-Escribiendo la historia.
He evitado el orden cronológico hasta ahora, por dos razones. El primero, muchos eventos ya escapan a mi memoria y eso destruye cualquier orden. Y el segundo, algunos hechos quedan más coherentes junto a otros.
Pero para dar una idea de lo que era la vida en el hospital, hagamos un resumen a grosso modo y por encima. Después del desayuno de la mañana, venía la ya mencionada ronda de los médicos. A la tarde, quizás venía algún especialista, dependiendo de cada paciente y su problema. Podia venir un kinesiologo, un traumatologo, etc. Luego, tiempo muerto hasta el almuerzo. Rara vez venía alguien de visita a esa hora, que era lo único que podía hacer llevadero el tedio. Luego de la comida del mediodia, más tiempo muerto, solo matizado con las enfermeras trayendo algún remedio o pastillas para el dolor. Estos tiempos muertos eran los que usabamos para nuestras escapadas. Algunas enfermeras ya nos dejaban las pastillas arriba de la mesita de la cama, sabiendo que las tomariamos al volver. Cuando nos aburriamos de tanto vagabundear por el mismo lugar. Si no venía una visita era un aburrimiento asegurado hasta la caida del sol. Y esa hora, era la peor. El sol poniendose tenía un efecto directo en el comportamiento de los pacientes. Siempre me sentía más decaido cuando el sol se ocultaba y no era el único. Comentandolo con Leandro, descubrí que a él le pasaba lo mismo. Finalmente, la cena y luego de un rato a dormir.
Esa rutina podía minar progresivamente el animo más optimista. Las visitas eran lo único que te rescataba de ello. Mi familia era normal que me visitara, luego Guillermo, Mariano, Tamara, Mina o alguno de los compañeros de Gakkai, fueron ayuda crucial en esos momentos. Gracias a todo esto, pude pasar los tiempos muertos y combatir la depresión que siempre se mantenía en el umbral.
Mi caso era simple, ya me habían operado y estaban esperando que el drenaje hiciera su trabajo, para que mi pulmón se levantara. Lo que tenía que hacer era descansar y llenar el tiempo para eso. Leía cuando podía, aunque cuando el animo decaía se me volvía dificultoso. Miraba televisión, aunque sobre todo a la noche, era solo un paliativo leve. Si recuerdo una de las primeras noches, que estabamos bastante doloridos Leandro y yo, enganchamos una pelicula de delirante para arriba. "Hey dude, where is mi car?" con el de efecto mariposa y uno de los de American Pie. Quien la haya visto, sabrá que es muy cómica. Pero lo fue más cuando nosotros nos reiamos e intercalabamos algún quejido. Parecia un concierto de carcajadas y quejas de dolor. Jajajajajaj, auch, jahahahaha. Algo asi. Tambien traté de ponerme a escribir, pero nada me inspiraba en ese lugar. Algunas notas sobre hechos que aquí relato fueron escritas en ese momento, con la intención de no olvidarlas. Pero también, existen algunos apuntes breves, en su mayoría, que escribí estando internado. Debido a que no tienen fecha, no podría jurar que son de la primera o segunda internación, pero para el caso, es lo mismo. Escribía cosas como por ejemplo:
"Mundo de monstruos, demonios, oscuridad y fases. El dolor está en uno y otro. La lucha es feroz en cada uno. Duele allí, tanto como acá".
Pese a que parece escrito en el dia de la pesadilla que relaté en el capitulo anterior, existe otra pesadilla posterior que creo es a la que pertenece este corto fragmento. ¿Que quise decir con fases? Hoy no lo se. Los demonios pululaban en mis pesadillas, asi que la referencia es obvia, igual que todo los demás.
Existen dos relatos o intentos de ensayos, bien breves de esta época. "La flor en el infierno" y "El camino". El primero, es un intento de relato del guerrero Ichinén. Que pertenece al blog "La leyenda de Ichinén", aun inedito este fragmento.
La flor en el infierno:
"La tierra infectada se extendía todo alrededor. La peste cubría la misma tierra, pútrida y gris. Era la muerte en vida lo que agrietaba y ennegrecía al terreno. La desesperanza intentaba invadir el corazón del guerrero, la desolación que lo rodeaba era inmensurable. Le habían hablado de la tierra enferma, la tierra de los muertos vivientes, la peste que asolaba esa región; pero lo que tenía ante los ojos superaba toda descripción o imaginación. El suelo mismo estaba enfermo, los cementerios se extendían como si fueran edificios. Cuando lo único que albergaban eran muertops. Los arboles habían sido talados por los muertos. El verde había desaparecido del suelo, solo quedaba el gris y agrietado terreno de la infestación."
Este fragmento, que parecería ser un intento de relato del guerrero Ichinén. En realidad no es otra cosa que una descripción del juego que ya mencioné, el que jugaba por aquel entonces y lo hago a veces aun hoy. Es curioso, como para hacerlo notar, mi elección de recortar esta porción de esa historia del juego. La repeticiones de palabras y términos, que dejé sin corregir adrede, muestran mi estado anímico al igual que la elección del tema. Esta descripción somera es una clara referencia a mi estado de ese entonces. Sigamos con el otro relato:
El camino:
"Es lo que cruza mi mundo. Lo que atraviesa mi universo. El mismo que año tras (año?, falta en el original) se lleva más y más gente de mi pueblo. Tanto por que se van, tanto como si mueren. Me da curiosidad y miedo a la vez. Por lo que hay más allá, por lo que desea (tachado en el original: intenta) tentarme. El camino que lleva a ninguna parte, no conozco su final, por lo que es igual si no existiera nada más."
La referencias son más que obvias, ni merecen mención aparte. El texto hiede a depresión. Supongo que habrá sido escrito en mis peores momentos de bajón. Si existen otros escritos, que estoy seguro de haber escrito, se han perdido desde ese año. Solo me queda mencionar un punto importante, que cada vez gana predominancia en este relato, como se verá más adelante. "Lo que hay más allá", otro mundo, el otro mundo, lo que sea. ¿Estamos seguros que el mundo es aquello que tenemos ante los ojos? ¿o esto es solo una ilusión? Este razonamiento un tanto solipsista, no es raro en alguien que atraviesa una situación como la mía. Pero, aunque se dibujen en forma de sueños, pesadillas, coincidencias y hechos inconcebibles aunque reales; solo nos dejan entrever un atisbo. Y quizás, solo quizás, existe algo más allá. En esta misma realidad, o en una paralela. O quizás después de esta. No, no me refiero a la muerte y la vida posterior. El tiempo, cada vez se cree más en ello, no es lineal. ¿Que tal si el espacio, también es solo una mera convención humana?
Pero para dar una idea de lo que era la vida en el hospital, hagamos un resumen a grosso modo y por encima. Después del desayuno de la mañana, venía la ya mencionada ronda de los médicos. A la tarde, quizás venía algún especialista, dependiendo de cada paciente y su problema. Podia venir un kinesiologo, un traumatologo, etc. Luego, tiempo muerto hasta el almuerzo. Rara vez venía alguien de visita a esa hora, que era lo único que podía hacer llevadero el tedio. Luego de la comida del mediodia, más tiempo muerto, solo matizado con las enfermeras trayendo algún remedio o pastillas para el dolor. Estos tiempos muertos eran los que usabamos para nuestras escapadas. Algunas enfermeras ya nos dejaban las pastillas arriba de la mesita de la cama, sabiendo que las tomariamos al volver. Cuando nos aburriamos de tanto vagabundear por el mismo lugar. Si no venía una visita era un aburrimiento asegurado hasta la caida del sol. Y esa hora, era la peor. El sol poniendose tenía un efecto directo en el comportamiento de los pacientes. Siempre me sentía más decaido cuando el sol se ocultaba y no era el único. Comentandolo con Leandro, descubrí que a él le pasaba lo mismo. Finalmente, la cena y luego de un rato a dormir.
Esa rutina podía minar progresivamente el animo más optimista. Las visitas eran lo único que te rescataba de ello. Mi familia era normal que me visitara, luego Guillermo, Mariano, Tamara, Mina o alguno de los compañeros de Gakkai, fueron ayuda crucial en esos momentos. Gracias a todo esto, pude pasar los tiempos muertos y combatir la depresión que siempre se mantenía en el umbral.
Mi caso era simple, ya me habían operado y estaban esperando que el drenaje hiciera su trabajo, para que mi pulmón se levantara. Lo que tenía que hacer era descansar y llenar el tiempo para eso. Leía cuando podía, aunque cuando el animo decaía se me volvía dificultoso. Miraba televisión, aunque sobre todo a la noche, era solo un paliativo leve. Si recuerdo una de las primeras noches, que estabamos bastante doloridos Leandro y yo, enganchamos una pelicula de delirante para arriba. "Hey dude, where is mi car?" con el de efecto mariposa y uno de los de American Pie. Quien la haya visto, sabrá que es muy cómica. Pero lo fue más cuando nosotros nos reiamos e intercalabamos algún quejido. Parecia un concierto de carcajadas y quejas de dolor. Jajajajajaj, auch, jahahahaha. Algo asi. Tambien traté de ponerme a escribir, pero nada me inspiraba en ese lugar. Algunas notas sobre hechos que aquí relato fueron escritas en ese momento, con la intención de no olvidarlas. Pero también, existen algunos apuntes breves, en su mayoría, que escribí estando internado. Debido a que no tienen fecha, no podría jurar que son de la primera o segunda internación, pero para el caso, es lo mismo. Escribía cosas como por ejemplo:
"Mundo de monstruos, demonios, oscuridad y fases. El dolor está en uno y otro. La lucha es feroz en cada uno. Duele allí, tanto como acá".
Pese a que parece escrito en el dia de la pesadilla que relaté en el capitulo anterior, existe otra pesadilla posterior que creo es a la que pertenece este corto fragmento. ¿Que quise decir con fases? Hoy no lo se. Los demonios pululaban en mis pesadillas, asi que la referencia es obvia, igual que todo los demás.
Existen dos relatos o intentos de ensayos, bien breves de esta época. "La flor en el infierno" y "El camino". El primero, es un intento de relato del guerrero Ichinén. Que pertenece al blog "La leyenda de Ichinén", aun inedito este fragmento.
La flor en el infierno:
"La tierra infectada se extendía todo alrededor. La peste cubría la misma tierra, pútrida y gris. Era la muerte en vida lo que agrietaba y ennegrecía al terreno. La desesperanza intentaba invadir el corazón del guerrero, la desolación que lo rodeaba era inmensurable. Le habían hablado de la tierra enferma, la tierra de los muertos vivientes, la peste que asolaba esa región; pero lo que tenía ante los ojos superaba toda descripción o imaginación. El suelo mismo estaba enfermo, los cementerios se extendían como si fueran edificios. Cuando lo único que albergaban eran muertops. Los arboles habían sido talados por los muertos. El verde había desaparecido del suelo, solo quedaba el gris y agrietado terreno de la infestación."
Este fragmento, que parecería ser un intento de relato del guerrero Ichinén. En realidad no es otra cosa que una descripción del juego que ya mencioné, el que jugaba por aquel entonces y lo hago a veces aun hoy. Es curioso, como para hacerlo notar, mi elección de recortar esta porción de esa historia del juego. La repeticiones de palabras y términos, que dejé sin corregir adrede, muestran mi estado anímico al igual que la elección del tema. Esta descripción somera es una clara referencia a mi estado de ese entonces. Sigamos con el otro relato:
El camino:
"Es lo que cruza mi mundo. Lo que atraviesa mi universo. El mismo que año tras (año?, falta en el original) se lleva más y más gente de mi pueblo. Tanto por que se van, tanto como si mueren. Me da curiosidad y miedo a la vez. Por lo que hay más allá, por lo que desea (tachado en el original: intenta) tentarme. El camino que lleva a ninguna parte, no conozco su final, por lo que es igual si no existiera nada más."
La referencias son más que obvias, ni merecen mención aparte. El texto hiede a depresión. Supongo que habrá sido escrito en mis peores momentos de bajón. Si existen otros escritos, que estoy seguro de haber escrito, se han perdido desde ese año. Solo me queda mencionar un punto importante, que cada vez gana predominancia en este relato, como se verá más adelante. "Lo que hay más allá", otro mundo, el otro mundo, lo que sea. ¿Estamos seguros que el mundo es aquello que tenemos ante los ojos? ¿o esto es solo una ilusión? Este razonamiento un tanto solipsista, no es raro en alguien que atraviesa una situación como la mía. Pero, aunque se dibujen en forma de sueños, pesadillas, coincidencias y hechos inconcebibles aunque reales; solo nos dejan entrever un atisbo. Y quizás, solo quizás, existe algo más allá. En esta misma realidad, o en una paralela. O quizás después de esta. No, no me refiero a la muerte y la vida posterior. El tiempo, cada vez se cree más en ello, no es lineal. ¿Que tal si el espacio, también es solo una mera convención humana?
Saturday, February 05, 2011
18-Dark side of the human.
No todo fueron risas. Algunas cosas dieron bronca en ese lugar. Había un enfermero que era muy copado, Cesar. Hacía chistes, te intentaba levantar siempre el animo, pero no todos eran asi. A la que llamabamos Chuky, por ejemplo, no era lo que llamariamos "señorita sonrisas". Siempre andaba con cara de velorio. Pedirle algo era chocar con la pared burocratica de su pensamiento. En una de mis escapadas al buffet durante su turno, vino a querer interrogarme. La saqué carpiendo, controlandome en el último segundo de no insultarla.
-Por qué saliste?-me decía ella.-No pueden salir.-
-Porque se me cantó.-le respondí casi gritando.
Se fue toda ofuscada y luego hablamos más tranquilos. Me disculpé por mi mala contestación, ella estaba haciendo su trabajo después de todo. Le expliqué lo mencionado antes. El estar encerrado me ponía los pelos de punta.
-Bueno, pero también entendé nuestra posición, si te pasa algo a nosotros nos levantan en peso.-
Alegué que no iba a pasarme nada, excusa harto débil. Aunque por otro lado, dudaba que algo peor me pudiera pasar. Es por eso que no me dedico a la futurología. Tiempo después, volví a cruzarla en el pabellón romano del hospital, en el departamento de psicología, donde fuí luego de las dos internaciones. Pero eso es mucho más adelante, otra historia.
Había otro enfermero, a quien le tenía-tengo jurada una paliza. Más botón que el peor policia, con perdón de Guillermo. Era bien mala onda. Era directamente, un pésimo enfermero, porque podés ser medio ortiva y hacer bien tu trabajo. Pero ni eso. Una vez, cuando todos dormían, pero yo no podía del dolor, salí a pedir ayuda. Estaba doblandome en dos. Este rubio idiota, salía justo de otra habitación, me miró como se mira a un mueble y comentó:
-Y este?-
Fue en vano pedirle ayuda. Decir que también había otra enfermera que al rato vino con una pastilla para calmar el dolor. Pero desde entonces lo tuve entre ceja y ceja al rubio ese.
-Decí que estoy imposibilitado, si no te metía tal cantidad de piñas que te llamarían para siempre "cara de ananá".-le juré.
Una de esas noches, una de las malas, desperté de una pesadilla. Por aquellos dias, en el ciber de casa, jugaba al warcraft 3. El final de una de las campañas era un enfrentamiento con demonio del caos de esa historia. Era una especie de centauro bestial gigante y panzón llamado Mannoroth. El sueño, no es extraño, fue una pelea entre ese demonio y yo. Un escenario muy parecido a la de esa animación del juego. Me veía aplastado por la panza de ese gigante, desperté dolorido. El dolor era real. No fue la última vez que me pasó algo similar. El tubo me molestaba, no sabía en que posición ponerme. Me tiraba la cinta adhesiva, estaba descorrida. Todo estaba oscuro, ya habían apagado las luces para dormir. Justo esa noche, habían dejado el carrito con las cintas y vendas en nuestra habitación. Fuí hasta cerca de la ventana donde estaba y hice lo que llamariamos una intervención al mejor estilo "Rambo". Como cuando se cose el mismo. Pero yo me tenía que arrancar la cinta, sin hacer lo mismo con el tubo, y ponerme otra. Dolía como mil agujas clavandose, el tirón de la cinta, el traqueteo del tubo. Pongamos en claro que el tubo del drenaje es un cuerpo extraño en el interior del cuerpo, es normal y lógico que duela. Luego de esa intervención de vendaje amateur por mi parte, pude dormir. Comprendí que las vendas se corrían con el roce y mis movimientos, por lo cual tenía que reacomodarlas o cambiarlas para evitar el dolor posterior.
Igualmente, la gente de mierda no solo era planta permanente del hospital. Algunas visitas o pacientes eran claramente descartables. En esta primera internación, un hombre que estaba en la cama frente a mi luego de irse otro chico, era asiduamente visitado por la hermana. El iba a ser intervenido por cálculos en la vesícula. La hermana era más nazi que Goebbels. Ciertos comentarios que dejaba caer lo hacian patente. Pero hay uno que se lleva el premio.
-Ahora, con todos estos "putos" (casi escupe la palabra) que están por todos lados. Habría que matarlos a todos.-dijo un día en la habitación.
Con Leandro nos miramos sin poder creer tanto fascismo junto. Tenía una mentalidad de la época de mi bisabuela. Desde entonces, entre los dos la gastabamos discretamente. Hacíamos como que nos dolía la axila, para levantar el brazo derecho, imitando el saludo nazi. "Apuntabamos a un lejano horizonte".
No por nada, le puse al relato "El lado oscuro", todo lo relatado aquí lo siento como un viaje por el lado más sordido y negativo de la humanidad.
-Por qué saliste?-me decía ella.-No pueden salir.-
-Porque se me cantó.-le respondí casi gritando.
Se fue toda ofuscada y luego hablamos más tranquilos. Me disculpé por mi mala contestación, ella estaba haciendo su trabajo después de todo. Le expliqué lo mencionado antes. El estar encerrado me ponía los pelos de punta.
-Bueno, pero también entendé nuestra posición, si te pasa algo a nosotros nos levantan en peso.-
Alegué que no iba a pasarme nada, excusa harto débil. Aunque por otro lado, dudaba que algo peor me pudiera pasar. Es por eso que no me dedico a la futurología. Tiempo después, volví a cruzarla en el pabellón romano del hospital, en el departamento de psicología, donde fuí luego de las dos internaciones. Pero eso es mucho más adelante, otra historia.
Había otro enfermero, a quien le tenía-tengo jurada una paliza. Más botón que el peor policia, con perdón de Guillermo. Era bien mala onda. Era directamente, un pésimo enfermero, porque podés ser medio ortiva y hacer bien tu trabajo. Pero ni eso. Una vez, cuando todos dormían, pero yo no podía del dolor, salí a pedir ayuda. Estaba doblandome en dos. Este rubio idiota, salía justo de otra habitación, me miró como se mira a un mueble y comentó:
-Y este?-
Fue en vano pedirle ayuda. Decir que también había otra enfermera que al rato vino con una pastilla para calmar el dolor. Pero desde entonces lo tuve entre ceja y ceja al rubio ese.
-Decí que estoy imposibilitado, si no te metía tal cantidad de piñas que te llamarían para siempre "cara de ananá".-le juré.
Una de esas noches, una de las malas, desperté de una pesadilla. Por aquellos dias, en el ciber de casa, jugaba al warcraft 3. El final de una de las campañas era un enfrentamiento con demonio del caos de esa historia. Era una especie de centauro bestial gigante y panzón llamado Mannoroth. El sueño, no es extraño, fue una pelea entre ese demonio y yo. Un escenario muy parecido a la de esa animación del juego. Me veía aplastado por la panza de ese gigante, desperté dolorido. El dolor era real. No fue la última vez que me pasó algo similar. El tubo me molestaba, no sabía en que posición ponerme. Me tiraba la cinta adhesiva, estaba descorrida. Todo estaba oscuro, ya habían apagado las luces para dormir. Justo esa noche, habían dejado el carrito con las cintas y vendas en nuestra habitación. Fuí hasta cerca de la ventana donde estaba y hice lo que llamariamos una intervención al mejor estilo "Rambo". Como cuando se cose el mismo. Pero yo me tenía que arrancar la cinta, sin hacer lo mismo con el tubo, y ponerme otra. Dolía como mil agujas clavandose, el tirón de la cinta, el traqueteo del tubo. Pongamos en claro que el tubo del drenaje es un cuerpo extraño en el interior del cuerpo, es normal y lógico que duela. Luego de esa intervención de vendaje amateur por mi parte, pude dormir. Comprendí que las vendas se corrían con el roce y mis movimientos, por lo cual tenía que reacomodarlas o cambiarlas para evitar el dolor posterior.
Igualmente, la gente de mierda no solo era planta permanente del hospital. Algunas visitas o pacientes eran claramente descartables. En esta primera internación, un hombre que estaba en la cama frente a mi luego de irse otro chico, era asiduamente visitado por la hermana. El iba a ser intervenido por cálculos en la vesícula. La hermana era más nazi que Goebbels. Ciertos comentarios que dejaba caer lo hacian patente. Pero hay uno que se lleva el premio.
-Ahora, con todos estos "putos" (casi escupe la palabra) que están por todos lados. Habría que matarlos a todos.-dijo un día en la habitación.
Con Leandro nos miramos sin poder creer tanto fascismo junto. Tenía una mentalidad de la época de mi bisabuela. Desde entonces, entre los dos la gastabamos discretamente. Hacíamos como que nos dolía la axila, para levantar el brazo derecho, imitando el saludo nazi. "Apuntabamos a un lejano horizonte".
No por nada, le puse al relato "El lado oscuro", todo lo relatado aquí lo siento como un viaje por el lado más sordido y negativo de la humanidad.
Tuesday, January 18, 2011
17-Hay olor a descontrol.
Aquí da comienzo, quizás la parte más divertida. Por lo que debo aclarar algo previamente, un poco a modo de reflexión. Desde mi quiebre que derivó en depresión y posterior euforía del 2003, tomé como actitud fuertes premisas budistas. La autosuperación, el enfrentar los obstaculos, tratar de transformar el ambiente circundante, etc. Con este razonamiento, quizás mi mejor forma de lidiar con el trance en el que me encontraba era enfrentarlo con humor. Desde que me habían operado de chico, nunca gusté de los hospitales. Aunque creo que eso es solo anecdótico, casi nadie se siente feliz de estar internado. Por ello, en esta primera estadia de ocho dias, hubo hechos que contradicen o se oponen al ambiente opresivo-depresivo de la enfermedad. Creo que en mi mentalidad actual, intentaba sonreir en las peores circunstancias. Esto puede parecer contradictorio, pero mi idea era pasar por el infierno lo mejor posible. Estamos entrando en el terreno de lo bizarro y lo satírico, donde la realidad se convierte en un mosaico multicolor dificil de categorizar a grosso modo.
Por intermedio de Leandro fue que conocí a Oscar, también con un tubo conectado, pero debido a un cancer de pulmón. El tubo que teniamos conectado, terminaba en una botella chata con solución salina. Este drenaje era para compensar la presión interna del torax, volverlo a la normalidad y también limpiaba de sangre el interior. La solución de la botella variaba en color. Rojo granadina la de Oscar, naranja en Leandro y un par de tonos menos en el mio. Debo decir que de los tres, mi caso era el más leve. En esa semana, nos hicimos muy compinches. Cada mañana, los médicos hacian una ronda. Se paraban delante de cada cama y pasaban exposición del caso y las novedades. Creo que también lo que sería en el futuro de cada paciente. Era un clásico que en la ronda matutina no encontraran a ninguno de "los toracicos", como comenzaron a apodarnos. Esa camarilla rebelde que se iba a tomar una cerveza al buffet del hospital. El siguiente dialogo fue muy frecuente en esos dias.
-Donde está el paciente tal?-preguntaba un médico.
-Es uno de "los toracicos."-respondía una enfermera.
-Busquenlos en el buffet.-acotaba otro médico.
Nuestros escapes solo dejan ver como intentabamos lidiar con la situación complicada de cada uno. Entre los tres habiamos encontrado un refugio para pasar el temporal. Esto lo veía, aún lo veo hoy, como un representación de la ley. El paraiso son los demás decía Hector Germán Oesterheld. Si algo deseo recordar de esos dias, son estas locuras que hacíamos. Como aquella vez en que Oscar salió del hospital para ir al "Plaza Vea" (hipermercado que no existe más) a comprar galletitas. Claro que tomó por Felipe Vallese, donde en la esquina hay un bar en el que tomaban café varios de los doctores que lo conocían.
-Que hacés afuera del hospital?-lo retó el médico.
-Voy al "Plaza Vea" a comprar galletitas.-respondió el con total naturalidad, como si tal cosa fuera lo más común del universo.
En parte, esto es lo natural, ir a comprar galletitas es tan socialmente establecido como caminar por la plaza. ¿A quien se le puede prohibir tal cosa? Claro, que si estás internado por una enfermedad grave, las prioridades cambian radicalmente.
Leandro tenía unos coagulos en la espalda, debido al trauma con el colectivo. Por esto, en esos dias, fue operado. Como al cuarto o quinto dia de estar yo ahí, lo operaron y estuvo en terapia intensiva. Colarme en terapia, donde no dejan entrar otra cosa que familiares, no fue cosa fácil siendo un paciente del hospital. Por suerte, yo para ese entonces no tenía más el tubo y entré como si fuera de la casa, como quien dice.
Le sacamos un par de canas verdes a los del hospital, haciamos tal descontrol como ningún otro paciente. Tengamos en cuenta que rajarse del predio del hospital es un riesgo para todos. Si algo te pasa afuera siendo un paciente, los médicos tendrían un lio de aquellos. Yo me escapé un par de veces al ciber, miraba los mails, posteaba en un blog. Un dia, nos fuimos con Rodrigo y Guille a tomar un café al bar de la esquina.
Además de las fugas, hubo otros hechos desopilantes que merece la pena contar, por lo menos los que recuerdo. Una vez, a Oscar le estaban tomando la temperatura y luego de un rato, se percataron... que había roto el termometro! Todo un personaje! Otro dia, la psicologa lo fue a visitar y charlaron largo rato. Oscar quería más que nada chamuyarsela, pero no se dio cuenta que se habia acostado arriba de su drenaje. El resultado fue tan de película que no resulta creible pero juro que es totalmente real. Yo me enteré muy luego de lo que había sucedido. Pasé delante de su habitación y lo saludé, estaba algo lejos pero aun así noté que algo raro tenía. Estaba más hinchado, tanto que parecía el gordo Lanata pero en versión más petisa. Luego me explicó lo ocurrido, el drenaje casi le genera una especie de embolia. Se había hinchado de tal forma, con aire literalmente hablando, que se sentia al tocarlo en el brazo las burbujas. Se sentia como tocar uno de esos muñecos de peluche que están rellenos de bolitas de telgopor. Era increible, pero real, Ripley morite de envidia.
Otro hecho para recordar, fue cuando vino a visitarme Guillermo y me encontró saliendo al jardin. Cuando volvimos a la habitación, bromeo con clara intención de chiste.
-Y no se me escape más.-
-Eh, eh, eh, las manos fuera, poli.-le seguí la corriente yo.
El chiste quedó ahí y yo me senté en mi cama, mientras Guille se sacaba la gorra, la tonfa, etc. Yo jugueteaba con esa macana, cuando entra una enfermera con otro flaco, que supongo también era enfermero. Esta mujer, a quien apodamos Chuky, por similitudes fisonómicas, encaró a Guillermo.
-Pasó algo?-inquirió ella en tono grave.
Nos miramos con guillermo extrañados y yo no pude contener más la risa.
-No, no se preocupe, es un amigo mio.-le expliqué conteniendo una carcajada.
-Ah, bueeeenoo.-soltó aliviado el otro flaco.
No les gustó un corno la joda, pero nosotros nos desternillamos de risa cuando se fueron. Parece que algún otro paciente vio la broma nuestra en el pasillo y fue corriendo a contarles. Yo no lo podía creer, se notaba que mi tono y el de Guille era joda. Los enfermeros escucharon, que un policia traía de nuevo a un paciente y se pegaron el jabón de su vida. Fue desopilante! Nos cerraban la puerta del quinto piso, de cirugia. Podías salir pero tenías que golpear para que abrieran cuando volvías. En una que no venían, saqué las llaves de casa y con la panzona de tambor corrí el pestillo. Improvisar una ganzúa con una llave común, no cualquiera!
Todas estas acciones, solo se explican por dos factores. La camarilla que habiamos formado al hacernos amigos en pocos dias y el caracter de cada uno. Ninguno quería ser como los otros pacientes. Dóciles, apocados, más cerca del arpa que de la guitarra. Nosotros presentabamos rebeldía ante la muerte, aunque supieramos que ella siempre tiene la última palabra. Creo que nuestro razonamiento, por lo menos en mi caso, era "no pienso quedarme en la cama a deprimirme", "no quiero esperar la muerte sentado". Si por lo menos nos tocaba, sería en movimiento, no pasivamente. Evadirse, era nuestro modo de enfrentar lo que cada uno estaba atravesando. Evadirse, era una metáfora para evadir la depre. Creo que por eso, los médicos no tomaron medidas al respecto, en parte entendian nuestra actitud. Pero si, por lo menos, nos pidieron que no salieramos del predio del hospital. A lo que hicimos un limitado caso, más por el aprecio a los doctores nuestros que a una necesidad instintiva de no dejarse vencer.
Por intermedio de Leandro fue que conocí a Oscar, también con un tubo conectado, pero debido a un cancer de pulmón. El tubo que teniamos conectado, terminaba en una botella chata con solución salina. Este drenaje era para compensar la presión interna del torax, volverlo a la normalidad y también limpiaba de sangre el interior. La solución de la botella variaba en color. Rojo granadina la de Oscar, naranja en Leandro y un par de tonos menos en el mio. Debo decir que de los tres, mi caso era el más leve. En esa semana, nos hicimos muy compinches. Cada mañana, los médicos hacian una ronda. Se paraban delante de cada cama y pasaban exposición del caso y las novedades. Creo que también lo que sería en el futuro de cada paciente. Era un clásico que en la ronda matutina no encontraran a ninguno de "los toracicos", como comenzaron a apodarnos. Esa camarilla rebelde que se iba a tomar una cerveza al buffet del hospital. El siguiente dialogo fue muy frecuente en esos dias.
-Donde está el paciente tal?-preguntaba un médico.
-Es uno de "los toracicos."-respondía una enfermera.
-Busquenlos en el buffet.-acotaba otro médico.
Nuestros escapes solo dejan ver como intentabamos lidiar con la situación complicada de cada uno. Entre los tres habiamos encontrado un refugio para pasar el temporal. Esto lo veía, aún lo veo hoy, como un representación de la ley. El paraiso son los demás decía Hector Germán Oesterheld. Si algo deseo recordar de esos dias, son estas locuras que hacíamos. Como aquella vez en que Oscar salió del hospital para ir al "Plaza Vea" (hipermercado que no existe más) a comprar galletitas. Claro que tomó por Felipe Vallese, donde en la esquina hay un bar en el que tomaban café varios de los doctores que lo conocían.
-Que hacés afuera del hospital?-lo retó el médico.
-Voy al "Plaza Vea" a comprar galletitas.-respondió el con total naturalidad, como si tal cosa fuera lo más común del universo.
En parte, esto es lo natural, ir a comprar galletitas es tan socialmente establecido como caminar por la plaza. ¿A quien se le puede prohibir tal cosa? Claro, que si estás internado por una enfermedad grave, las prioridades cambian radicalmente.
Leandro tenía unos coagulos en la espalda, debido al trauma con el colectivo. Por esto, en esos dias, fue operado. Como al cuarto o quinto dia de estar yo ahí, lo operaron y estuvo en terapia intensiva. Colarme en terapia, donde no dejan entrar otra cosa que familiares, no fue cosa fácil siendo un paciente del hospital. Por suerte, yo para ese entonces no tenía más el tubo y entré como si fuera de la casa, como quien dice.
Le sacamos un par de canas verdes a los del hospital, haciamos tal descontrol como ningún otro paciente. Tengamos en cuenta que rajarse del predio del hospital es un riesgo para todos. Si algo te pasa afuera siendo un paciente, los médicos tendrían un lio de aquellos. Yo me escapé un par de veces al ciber, miraba los mails, posteaba en un blog. Un dia, nos fuimos con Rodrigo y Guille a tomar un café al bar de la esquina.
Además de las fugas, hubo otros hechos desopilantes que merece la pena contar, por lo menos los que recuerdo. Una vez, a Oscar le estaban tomando la temperatura y luego de un rato, se percataron... que había roto el termometro! Todo un personaje! Otro dia, la psicologa lo fue a visitar y charlaron largo rato. Oscar quería más que nada chamuyarsela, pero no se dio cuenta que se habia acostado arriba de su drenaje. El resultado fue tan de película que no resulta creible pero juro que es totalmente real. Yo me enteré muy luego de lo que había sucedido. Pasé delante de su habitación y lo saludé, estaba algo lejos pero aun así noté que algo raro tenía. Estaba más hinchado, tanto que parecía el gordo Lanata pero en versión más petisa. Luego me explicó lo ocurrido, el drenaje casi le genera una especie de embolia. Se había hinchado de tal forma, con aire literalmente hablando, que se sentia al tocarlo en el brazo las burbujas. Se sentia como tocar uno de esos muñecos de peluche que están rellenos de bolitas de telgopor. Era increible, pero real, Ripley morite de envidia.
Otro hecho para recordar, fue cuando vino a visitarme Guillermo y me encontró saliendo al jardin. Cuando volvimos a la habitación, bromeo con clara intención de chiste.
-Y no se me escape más.-
-Eh, eh, eh, las manos fuera, poli.-le seguí la corriente yo.
El chiste quedó ahí y yo me senté en mi cama, mientras Guille se sacaba la gorra, la tonfa, etc. Yo jugueteaba con esa macana, cuando entra una enfermera con otro flaco, que supongo también era enfermero. Esta mujer, a quien apodamos Chuky, por similitudes fisonómicas, encaró a Guillermo.
-Pasó algo?-inquirió ella en tono grave.
Nos miramos con guillermo extrañados y yo no pude contener más la risa.
-No, no se preocupe, es un amigo mio.-le expliqué conteniendo una carcajada.
-Ah, bueeeenoo.-soltó aliviado el otro flaco.
No les gustó un corno la joda, pero nosotros nos desternillamos de risa cuando se fueron. Parece que algún otro paciente vio la broma nuestra en el pasillo y fue corriendo a contarles. Yo no lo podía creer, se notaba que mi tono y el de Guille era joda. Los enfermeros escucharon, que un policia traía de nuevo a un paciente y se pegaron el jabón de su vida. Fue desopilante! Nos cerraban la puerta del quinto piso, de cirugia. Podías salir pero tenías que golpear para que abrieran cuando volvías. En una que no venían, saqué las llaves de casa y con la panzona de tambor corrí el pestillo. Improvisar una ganzúa con una llave común, no cualquiera!
Todas estas acciones, solo se explican por dos factores. La camarilla que habiamos formado al hacernos amigos en pocos dias y el caracter de cada uno. Ninguno quería ser como los otros pacientes. Dóciles, apocados, más cerca del arpa que de la guitarra. Nosotros presentabamos rebeldía ante la muerte, aunque supieramos que ella siempre tiene la última palabra. Creo que nuestro razonamiento, por lo menos en mi caso, era "no pienso quedarme en la cama a deprimirme", "no quiero esperar la muerte sentado". Si por lo menos nos tocaba, sería en movimiento, no pasivamente. Evadirse, era nuestro modo de enfrentar lo que cada uno estaba atravesando. Evadirse, era una metáfora para evadir la depre. Creo que por eso, los médicos no tomaron medidas al respecto, en parte entendian nuestra actitud. Pero si, por lo menos, nos pidieron que no salieramos del predio del hospital. A lo que hicimos un limitado caso, más por el aprecio a los doctores nuestros que a una necesidad instintiva de no dejarse vencer.
Tuesday, December 21, 2010
16-Orden del hospital.
El depertar del día siguiente, en parte dolorido, fue tranquilo. Recibí la visita de Germán, esa mañana de martes. El no podía creer lo que me había ocurrido. Primero Mateo, luego yo. Las referencias eran de obvias a trágicas. Se lo notaba muy preocupado y fue él quien se puso a charlar con unos de mis compañeros de habitación. En el cuarto del quinto piso, había cuatro camas. Recuerdo que en la que tenía en diagonal, había un hombre mayor, pero no recuerdo su razón de internación. Enfrente de esa y al lado mío se encontraba Leandro, con quien Germán se había puesto a conversar. Leandro se había zambullido literalmente, a las ruedas de un colectivo.
-Lo que pasa es que yo tuve siempre muchos quilombos mentales.-explicaba, a modo de racionalización.
Según me contó en charlas posteriores, solo recordaba bajar del cordón de la vereda a mitad de cuadra. Venía discutiendo con la novia y se lanzó al estilo "clavado de natación" delante de un colectivo blanco. Tanto si era un 26 o un 71, que son los que pasan por Corrientes y Medrano donde fue esto, es solo ilustrativo. El colectivo lo arrastró casi hasta la esquina de Salguero y Corrientes, y estuvo en las camas de guardia inconciente durante varios dias. También tenía un tubo conectado, ya que el neumotorax de él era traumatico, no como el mío que era espontaneo. Ahora, un poco mejor tanto mental como fisicamente, comenzamos a hablar sobre cada uno. Me confesó que la noche que llegué me había oido quejarme.
-Yo me preguntaba si este sería siempre así.-referiendose a quien suscribe.
Un hecho curioso fue que Germán se cruzó con Aldo, un personaje que había hecho un programa infantil que rayaba en lo grotesco y absurdo, llamado "Aldo planet". De hecho, asi era como lo llamabamos. Dias después, este personaje pasó a visitarme y me dejó su buena onda, lo cual le agradezco. Curiosamente, el fue quien había recomendado que salieramos a buscar a Mateo por los hospitales cuando se descompuso en la calle, tal como mencioné en la primera parte.Ese encuentro fortuito el martes, que Germán se reía por lo insolito, bien pertenece al blog de la "dimensión desconocida", donde se acumulan de a millares los encuentros insolitos.
En esos dias, recibí visitas de muchos amigos mios, compañeros de la SGI y obviamente, mi familia. El que no recuerdo que me visitara más que una vez, fue "el amigo de Ámerica", el más grande, el que daba todo por los amigos. Esa ausencia fue quizás la más sentida, inflada seguramente por como se llenaba la boca diciendo que el se jugaba por la gente que quería. Esta debe ser una de las primeras caretas que comenzaron a caerse. Pero sí hubo una presencia que no faltó más que un dia, según recuerdo. Guillermo, a quien conocía de cursar sociología de CBC y que nos habiamos reencontrado anotandonos para las últimas materias. Siendo compañeros, me llamó la atención sus comentarios, su hablar de catedratico pero sin decir pavadas. Charlamos largo varias veces luego o antes de clase, pero terminada la cursada no lo vi más. Cuando fuí a anotarme para otros materias, el siguiente cuatrimestre, lo encontré en la misma situación que yo. El mucho no me recordaba pero nos fuimos por un café y charlamos largo rato. Estaba trabajando en algo que no quiso contar. Cambiamos mails y nos despedimos. No supe más de él hasta que un dia le mandé una invitación para el grupo MSN que armé, el aceptó la solicitud pero no posteo comentarios. Como un mes después, en ese grupo publiqué una noticia, una salida a la que invitaba a todos los que se quisieran venir. Muchos no se allegaron por timidez, los demás miembros ya pensaban ir. Era obvio, si no conocés a nadie, mucho no te fascina ir a cualquier salida. Pero, esa vez Guillermo apareció como salido de un vortex. Esa vez me enteré que era el tan misterioso trabajo, pertenecía a la Policia Federal. De igual forma, se me apareció en el hospital. Si mal no recuerdo, llamó a casa para saber como estaba y mi madre le dijo la noticia de mi internación. De los ocho dias, vino siete, fuera de uniforme o de civil. En aquel momento que recien nos conociamos, el lazo se estrechó muy fuerte. Demostró a pulso la calidad de persona que era. Contraponiendo a otros que se iban de boca y nada más, unas cuantas fichas me cayeron en ese entonces. Algo que me haría tomar decisiones, muy provechosas en su mayoria, en los tiempos venideros.
-Lo que pasa es que yo tuve siempre muchos quilombos mentales.-explicaba, a modo de racionalización.
Según me contó en charlas posteriores, solo recordaba bajar del cordón de la vereda a mitad de cuadra. Venía discutiendo con la novia y se lanzó al estilo "clavado de natación" delante de un colectivo blanco. Tanto si era un 26 o un 71, que son los que pasan por Corrientes y Medrano donde fue esto, es solo ilustrativo. El colectivo lo arrastró casi hasta la esquina de Salguero y Corrientes, y estuvo en las camas de guardia inconciente durante varios dias. También tenía un tubo conectado, ya que el neumotorax de él era traumatico, no como el mío que era espontaneo. Ahora, un poco mejor tanto mental como fisicamente, comenzamos a hablar sobre cada uno. Me confesó que la noche que llegué me había oido quejarme.
-Yo me preguntaba si este sería siempre así.-referiendose a quien suscribe.
Un hecho curioso fue que Germán se cruzó con Aldo, un personaje que había hecho un programa infantil que rayaba en lo grotesco y absurdo, llamado "Aldo planet". De hecho, asi era como lo llamabamos. Dias después, este personaje pasó a visitarme y me dejó su buena onda, lo cual le agradezco. Curiosamente, el fue quien había recomendado que salieramos a buscar a Mateo por los hospitales cuando se descompuso en la calle, tal como mencioné en la primera parte.Ese encuentro fortuito el martes, que Germán se reía por lo insolito, bien pertenece al blog de la "dimensión desconocida", donde se acumulan de a millares los encuentros insolitos.
En esos dias, recibí visitas de muchos amigos mios, compañeros de la SGI y obviamente, mi familia. El que no recuerdo que me visitara más que una vez, fue "el amigo de Ámerica", el más grande, el que daba todo por los amigos. Esa ausencia fue quizás la más sentida, inflada seguramente por como se llenaba la boca diciendo que el se jugaba por la gente que quería. Esta debe ser una de las primeras caretas que comenzaron a caerse. Pero sí hubo una presencia que no faltó más que un dia, según recuerdo. Guillermo, a quien conocía de cursar sociología de CBC y que nos habiamos reencontrado anotandonos para las últimas materias. Siendo compañeros, me llamó la atención sus comentarios, su hablar de catedratico pero sin decir pavadas. Charlamos largo varias veces luego o antes de clase, pero terminada la cursada no lo vi más. Cuando fuí a anotarme para otros materias, el siguiente cuatrimestre, lo encontré en la misma situación que yo. El mucho no me recordaba pero nos fuimos por un café y charlamos largo rato. Estaba trabajando en algo que no quiso contar. Cambiamos mails y nos despedimos. No supe más de él hasta que un dia le mandé una invitación para el grupo MSN que armé, el aceptó la solicitud pero no posteo comentarios. Como un mes después, en ese grupo publiqué una noticia, una salida a la que invitaba a todos los que se quisieran venir. Muchos no se allegaron por timidez, los demás miembros ya pensaban ir. Era obvio, si no conocés a nadie, mucho no te fascina ir a cualquier salida. Pero, esa vez Guillermo apareció como salido de un vortex. Esa vez me enteré que era el tan misterioso trabajo, pertenecía a la Policia Federal. De igual forma, se me apareció en el hospital. Si mal no recuerdo, llamó a casa para saber como estaba y mi madre le dijo la noticia de mi internación. De los ocho dias, vino siete, fuera de uniforme o de civil. En aquel momento que recien nos conociamos, el lazo se estrechó muy fuerte. Demostró a pulso la calidad de persona que era. Contraponiendo a otros que se iban de boca y nada más, unas cuantas fichas me cayeron en ese entonces. Algo que me haría tomar decisiones, muy provechosas en su mayoria, en los tiempos venideros.
Wednesday, December 01, 2010
15-Operación: Laichzeit.
No he continuado esta historia en años. En primera instancia pensé por que la tenía superada, que como se verá más adelante, estaba equivocado. En segunda instancia, no sentía deseos de remover el pasado. "El pasado es polvo." Hoy por hoy, me veo ante la obligación para conmigo de concluir lo que empecé. Y dejar un lindo final para este relato. "Las buenas historias son las que terminan bien". Donde había quedado, era justamente en uno de los momentos más cruciales, el primero quizás. El momento en que entraba al quirofano. Y el momento en que el infierno se desataba en la tierra.
Cuando entré en el quirofano "C", me hicieron sentar en la camilla, me operarían sentado, ya que era más accesible mi costado derecho del pecho. Entre preparativos y otras idas con sus vueltas, me intentaba relajar. Debo decir, que con limitado exito. Los fantasmas de mis operaciones de niño eran como el cuco que intentaba salir del placard. Igualmente, lo que vendría sería mucho más real y a la vez fantástico, pero si mucho peor. Una enfermera me ató la muñeca derecha en un parante por encima de mi cabeza, para dejar la zona de la axila libre. Me afeitaron ligeramente por debajo y comenzaron a pincharme. La anestesia, si no recuerdo mal era algo semejante a gel, pero si recuerdo que se sentía así. Otro rato de espera, dolorosa espera, mientras el anestesico hacía efecto. Un médico, el que me operaría, entró en el quirofano. Ya lo había visto afuera, era bajito, morocho, un poco gordito. Me hacía acordar mucho a Mario, compañero de RVR. Por lo que usaré el nombre de "Marito" para referirme a él. En un momento que entró a la sala me dijo:
-Estás cagado, flaco?-ál ver mi palida rigidez. Casi comentado como afirmación, más que pregunta.
Yo sonreí, debía mostrar mas miedo del que tenía, aquello era solo una cirugía menor. Lo peor debía ser el dolor, aunque los médicos dijeron que tratarían que no doliera nada. Siempre dicen eso, creo que siempre lo intentan, pero no siempre se puede. Cuando "Marito" dijo que iban a empezar, me puse tenso y al instante traté de relajarme. Eso me dijeron varios doctores. Mis viejos estaban afuera, sufriendo la espera angustiosa, y yo adentro solo. Solo como siempre se está solo ante la muerte, nacemos solos para morir solos. Eso dicen los clichés. No me importaba en ese momento, menos ahora. La operación comenzó, mucho ya no lo recuerdo. Es increible como la mente intenta olvidar lo que le hace mal. Recuerdo que sentí los cortes, profundos y duros. Basicamente, tenían que llegar al interior de mi torax, para meter un drenaje que sacara el aire que se habia salido y llena la cavidad interior. Este aire había formado una burbuja que los médicos denominan "enfisema", creo, no se el término exacto. Tenían que pinchar esa burbuja y sacar el aire afuera. Me taparon la cara y el cuello con una sabana, no se si para que no viera o para trabajar tranquilos. Solo podia mirar el techo, pero no recuerdo como era. Miraba sin ver, solo hacia adentro. Tanta maniobra y tanto ajetreo con mi carne, que en un momento me quejé. "Marito" me preguntó:
-Te duele, mira que no te tiene que doler, avisame.-
-Solo un poco, siento la presión.-respondí honestamente, sentía como hacían fuerza para entrar adonde tenía la burbuja.
-No, no. Te doy un poco más de anestesia, no tenés que sentir nada.-
La anestesia, local obviamente, era para que no sintiera nada en toda la mitad del pecho. Supongo que sería para no tensionar los musculos por el dolor o por piedad hacia el paciente, quien sabe. Volví a sentir un pinchazo y más liquido denso entrando en mi. Era como si un alien me estuviera poseyendo. Me acordé de Matrix, cuando Neo se queja de lo frio que está el liquido que le absorbe el brazo. Pero esto mio, era real y por adentro. El médico siguió trabajando y lo que más dolía era la presión que hacía para meter el tubo. Traté de no moverme mucho, pero no podía evitar sacudirme con cada empuje. Hasta que en un momento llegaron a la burbuja, lo supe porque senti el aire salir violentamente. Se escucho un ruido sordo como el que hace cualquier sistema neumatico. Basicamente, fue como tirarse un pedo por el costado. Si, aunque suene gracioso, era un pedo de axila. El dolor fue indescriptible, pero me causó gracia. Me reí en un quejido de dolor. Pensé en lo cómico que era largar aire por el costado, y la sensación era la misma a soltarse un "sordito", pero agregandole el dolor de la violenta expulsión. Era como un desove, de aire especificamente. Mi risa hizo que "Marito" comentara:
-HEEEHEHEE! Eso era lo que teniamos que sacar, ya terminamos. En un toque, terminamos.-
El "toque", duró quizás un poco demasiado para mi gusto. Mientras terminaban su labor, ajustando el tubo y vendando la zona, comencé a sentirme raro. La anestesia última que había puesto "Marito" estaba haciendo efecto del todo. Sentía, pero no sentía, estaba drogado. No era como un flasheo de marihuana, era algo distinto. Me parecía que era más ligero, que el tiempo corría más rápido, pero yo pensaba más lento. Pero a la vez estaba muy lúcido. Muy extraño, un sopor hermoso me invadió y me quedé enredado en ello. Era mejor que pensar en como me habían cortado.
-Estás bien, flaco?-preguntó "Marito", percatandose que hacía rato que no decía ni un murmullo.
-Siiiiii.-respondí lentamente, arrastrando las letras.
La mano de uno de los médicos me tocó la frente. Noté cierto temor, mis sentidos parecian sintonizados de otro modo al normal, bueno lo estaban de hecho.
-Estoy drogado.-comenté, con el mismo tono perdido.
-No te preocupes, ya terminamos.-
A partir de ahí, si pasó mucho tiempo o no, me es imposible asegurarlo. A mi me pareció relativamente corto, pero si las apreciaciones ya son subjetivas de por si, estando drogado ni que decirlo. En mi estado alterado por la anestesia local, el tiempo podía durar mucho. Cerraba los ojos y formas pasaban delante mio, como cuando estás a punto de dormirte. Murmullos en mi mente, voces inaudibles y lejanas.
Me di cuenta que todo había terminado cuando retiraron la sábana de mi cara. Respiré aliviado, había terminado todo. Ja, iluso. Pero en ese momento, habían terminado de hecho. Ahi comencé a tomar conciencia de mi cuerpo en parte, el dolor me lo recordó. Me hicieron pasar a una camilla movil, para trasladarme a una habitación. Me dolía todo el cuerpo, me ayudaron entre varios médicos para mudarme de lugar. Un camillero me llevó por los pasillos de nuevo por la guardia. Creo que ahí vi mis padres, pero no puedo jurarlo. Me sacaron afuera del edificio del hospital, hacia el pabellón de rayos. Querían sacarme una radiografía para ver como era el resultado de la operación. Ponerme delante de la maquina de rayos fue más molesto que doloroso. Solo quería acostarme y no levantarme hasta el dia siguiente.
-Te saco esta placa y ya te vas a la habitación.-Me dijo un médico al ver mi cara de hastío.
Terminado ese tramite, volví a la camilla y otro viaje por el largo pasillo de rayos hasta afuera. Desde la camilla veía el edificio del Durand inmenso. Recuerdo ver un arbusto o yuyo de una grieta en lo alto del edificio y sonreir ante lo insolito de eso. En mi estado grogui, cualquier cosa me parecía curiosa. Por un ascensor me llevaron al quinto piso. Ahí si recuerdo bien, ver a mi familia. Había llegado mi hermana. Se la veía muy angustiada por lo sucedido. Se acercaron y me Eleonora me dió un beso.
-Hoooollaaaaa.-los saludé.-con lo que se dieron cuenta que tenía un viaje anestésico que volaba.
-Estás muy lindo drogado.-me comentó Ele, dandome un beso.
Me reí ligeramente, divertido, hasta lo más ínfimo me parecía gracioso. Por lo menos para sonreir. Papá se quedó conmigo, entre él y los médicos me pasaron al estilo "bolsa de papas" a la cama. La habitación era al final del pasillo, todo estaba a oscuras. Eran como las dos de la madrugada. Y aunque me costó dormirme y logré conciliar poco el sueño, me alivió el hecho de que ya estaba en la cama y por el momento, no tenía que preocuparme más.
-Te duele, mira que no te tiene que doler, avisame.-
-Solo un poco, siento la presión.-respondí honestamente, sentía como hacían fuerza para entrar adonde tenía la burbuja.
-No, no. Te doy un poco más de anestesia, no tenés que sentir nada.-
La anestesia, local obviamente, era para que no sintiera nada en toda la mitad del pecho. Supongo que sería para no tensionar los musculos por el dolor o por piedad hacia el paciente, quien sabe. Volví a sentir un pinchazo y más liquido denso entrando en mi. Era como si un alien me estuviera poseyendo. Me acordé de Matrix, cuando Neo se queja de lo frio que está el liquido que le absorbe el brazo. Pero esto mio, era real y por adentro. El médico siguió trabajando y lo que más dolía era la presión que hacía para meter el tubo. Traté de no moverme mucho, pero no podía evitar sacudirme con cada empuje. Hasta que en un momento llegaron a la burbuja, lo supe porque senti el aire salir violentamente. Se escucho un ruido sordo como el que hace cualquier sistema neumatico. Basicamente, fue como tirarse un pedo por el costado. Si, aunque suene gracioso, era un pedo de axila. El dolor fue indescriptible, pero me causó gracia. Me reí en un quejido de dolor. Pensé en lo cómico que era largar aire por el costado, y la sensación era la misma a soltarse un "sordito", pero agregandole el dolor de la violenta expulsión. Era como un desove, de aire especificamente. Mi risa hizo que "Marito" comentara:
-HEEEHEHEE! Eso era lo que teniamos que sacar, ya terminamos. En un toque, terminamos.-
El "toque", duró quizás un poco demasiado para mi gusto. Mientras terminaban su labor, ajustando el tubo y vendando la zona, comencé a sentirme raro. La anestesia última que había puesto "Marito" estaba haciendo efecto del todo. Sentía, pero no sentía, estaba drogado. No era como un flasheo de marihuana, era algo distinto. Me parecía que era más ligero, que el tiempo corría más rápido, pero yo pensaba más lento. Pero a la vez estaba muy lúcido. Muy extraño, un sopor hermoso me invadió y me quedé enredado en ello. Era mejor que pensar en como me habían cortado.
-Estás bien, flaco?-preguntó "Marito", percatandose que hacía rato que no decía ni un murmullo.
-Siiiiii.-respondí lentamente, arrastrando las letras.
La mano de uno de los médicos me tocó la frente. Noté cierto temor, mis sentidos parecian sintonizados de otro modo al normal, bueno lo estaban de hecho.
-Estoy drogado.-comenté, con el mismo tono perdido.
-No te preocupes, ya terminamos.-
A partir de ahí, si pasó mucho tiempo o no, me es imposible asegurarlo. A mi me pareció relativamente corto, pero si las apreciaciones ya son subjetivas de por si, estando drogado ni que decirlo. En mi estado alterado por la anestesia local, el tiempo podía durar mucho. Cerraba los ojos y formas pasaban delante mio, como cuando estás a punto de dormirte. Murmullos en mi mente, voces inaudibles y lejanas.
Me di cuenta que todo había terminado cuando retiraron la sábana de mi cara. Respiré aliviado, había terminado todo. Ja, iluso. Pero en ese momento, habían terminado de hecho. Ahi comencé a tomar conciencia de mi cuerpo en parte, el dolor me lo recordó. Me hicieron pasar a una camilla movil, para trasladarme a una habitación. Me dolía todo el cuerpo, me ayudaron entre varios médicos para mudarme de lugar. Un camillero me llevó por los pasillos de nuevo por la guardia. Creo que ahí vi mis padres, pero no puedo jurarlo. Me sacaron afuera del edificio del hospital, hacia el pabellón de rayos. Querían sacarme una radiografía para ver como era el resultado de la operación. Ponerme delante de la maquina de rayos fue más molesto que doloroso. Solo quería acostarme y no levantarme hasta el dia siguiente.
-Te saco esta placa y ya te vas a la habitación.-Me dijo un médico al ver mi cara de hastío.
Terminado ese tramite, volví a la camilla y otro viaje por el largo pasillo de rayos hasta afuera. Desde la camilla veía el edificio del Durand inmenso. Recuerdo ver un arbusto o yuyo de una grieta en lo alto del edificio y sonreir ante lo insolito de eso. En mi estado grogui, cualquier cosa me parecía curiosa. Por un ascensor me llevaron al quinto piso. Ahí si recuerdo bien, ver a mi familia. Había llegado mi hermana. Se la veía muy angustiada por lo sucedido. Se acercaron y me Eleonora me dió un beso.
-Hoooollaaaaa.-los saludé.-con lo que se dieron cuenta que tenía un viaje anestésico que volaba.
-Estás muy lindo drogado.-me comentó Ele, dandome un beso.
Me reí ligeramente, divertido, hasta lo más ínfimo me parecía gracioso. Por lo menos para sonreir. Papá se quedó conmigo, entre él y los médicos me pasaron al estilo "bolsa de papas" a la cama. La habitación era al final del pasillo, todo estaba a oscuras. Eran como las dos de la madrugada. Y aunque me costó dormirme y logré conciliar poco el sueño, me alivió el hecho de que ya estaba en la cama y por el momento, no tenía que preocuparme más.
Friday, September 22, 2006
14-La espera al cadalso.
Luego de un rato de espera, Robbie me llevó a una habitación donde una doctora bajita de nombre Marcela me hizo el cuestionario de rutina. El nombre de ella si lo recuerdo, y lo supe bien, mucho después, no en ese momento. Pero si nunca lo voy a olvidar, Marcela, como se verá más adelante, se transformo en mi medica, siendo una de las personas claves en mi proceso de recuperación. Respondía a las preguntas intentando hacer chistes, trataba de moverme con ligereza. No deseaba que me agarrara un bajón y deprimirme. Si tenían que operarme, lo mejor es que estuviera lo más relajado que pudiera. Mi vieja llegó en esos momentos, mientras Marcela me hacia las preguntas usuales y me abrían una historia clínica. Ni bien pude, llamo a casa y le avisé a mi viejo. Como estuve largo rato esperando, paseando por la guardia, mi viejo llego un rato después. Me pasaron el vestuario para la operación, consistente en bata, gorro y botines de esa tela propia de cirugía. Me hicieron pasar a un cuarto donde me vestí para la operación. El gorro debía ser para un niño, ya que no me entraba ni por las tapas. Y eso que no soy muy cabezón!
Finalmente, estuve vestido para la ocasión, por decirlo de alguna manera. Luego de un rato que me pareció eterno, me llevaron al quirófano "C", creo que era, donde me harían la cirugía menor.
Finalmente, estuve vestido para la ocasión, por decirlo de alguna manera. Luego de un rato que me pareció eterno, me llevaron al quirófano "C", creo que era, donde me harían la cirugía menor.
13-El ataque de los demonios.
Decir que sentí un balde de agua fría es poco. La opresión en ese momento fue algo que jamás había sentido en mi vida. Los chicos que traía el policía me observaban con la vista perdida al frente, catatonicamente hablando, observando desde sus caras rotas. Se me vino el recuerdo y la imagen de Mateo. Lo sentí a mi lado, observando y diciéndome: "Yo te dije flaco, deja el cigarro."
Me sentí tremendamente idiota. Los consejos no escuchados, las recomendaciones desoídas, los avisos ignorados. El ataque del miedo, la bronca, toda la parte negativa mía parecía a punto de devorarme. Era toda una tormenta mental. Una decisión me llego desde lo mas profundo, "no voy a tocar mas un cigarrillo".
Seamos realistas, en diez años que fume, intente mil veces dejarlo. De a poco, de repente, de todas las maneras posibles. La verdad es que yo amaba fumar. Me encantaba escribir a maquina o computadora, mientras fumaba un cigarrillo. Escribir a mano, mientras que con la otra sostenía un tabaco. Tenía todo el estilo glamoroso del clásico escritor. Había ideado incluso una posición para no soltar el cigarro de entre los dientes y tener así las manos libres para tipear. Me veía en esta situación, decidiendo algo que no iba a poder cumplir. Otra de las tantas cosas que saldría mal, como sucedía últimamente. Ichinén fallaría en su determinación. Pero, a pesar de ese argumento tan fuerte de mis demonios internos, reforcé mi decisión con que aceptaba lo difícil del reto. No importaba que tanto sufriera, no importaba que tanto me muriera de la tentación, no importaba nada de nada. Yo seria más fuerte que el vicio, ya que en ello me iba la vida. Y cuando es lo ultimo que te queda por defender, es cuando mas poder logras manifestar. Llame a casa, avisando que estaba en el hospital, mentí sobre lo que me habían dicho. Pero, le pedí a mi vieja que viniera para ayudarme con mi mochila y mis cosas. Volví a la guardia y me encontré de nuevo con el medico Robbie, me reitero que esperara al cirujano, me pregunto si le había avisado a alguien. Le respondí que así era.
-Bien, entonces espera acá sentado que ahora vengo.-me dijo y se metió en las salas de guardia otra vez. Me senté cansadamente y mire otra vez el vacío. Me asombraba a mi mismo la tranquilidad que tenia en ese momento. Debido a mi historia clínica, operaciones cuando era chico, le tenía un buen pánico a los hospitales. Pese a que fue una de las situaciones mas difíciles, creo que fue cuando mas autentico me sentí. Quizás, sea cierto lo que dicen, en situaciones limite es cuando se demuestra la verdadera esencia de uno.
Me sentí tremendamente idiota. Los consejos no escuchados, las recomendaciones desoídas, los avisos ignorados. El ataque del miedo, la bronca, toda la parte negativa mía parecía a punto de devorarme. Era toda una tormenta mental. Una decisión me llego desde lo mas profundo, "no voy a tocar mas un cigarrillo".
Seamos realistas, en diez años que fume, intente mil veces dejarlo. De a poco, de repente, de todas las maneras posibles. La verdad es que yo amaba fumar. Me encantaba escribir a maquina o computadora, mientras fumaba un cigarrillo. Escribir a mano, mientras que con la otra sostenía un tabaco. Tenía todo el estilo glamoroso del clásico escritor. Había ideado incluso una posición para no soltar el cigarro de entre los dientes y tener así las manos libres para tipear. Me veía en esta situación, decidiendo algo que no iba a poder cumplir. Otra de las tantas cosas que saldría mal, como sucedía últimamente. Ichinén fallaría en su determinación. Pero, a pesar de ese argumento tan fuerte de mis demonios internos, reforcé mi decisión con que aceptaba lo difícil del reto. No importaba que tanto sufriera, no importaba que tanto me muriera de la tentación, no importaba nada de nada. Yo seria más fuerte que el vicio, ya que en ello me iba la vida. Y cuando es lo ultimo que te queda por defender, es cuando mas poder logras manifestar. Llame a casa, avisando que estaba en el hospital, mentí sobre lo que me habían dicho. Pero, le pedí a mi vieja que viniera para ayudarme con mi mochila y mis cosas. Volví a la guardia y me encontré de nuevo con el medico Robbie, me reitero que esperara al cirujano, me pregunto si le había avisado a alguien. Le respondí que así era.
-Bien, entonces espera acá sentado que ahora vengo.-me dijo y se metió en las salas de guardia otra vez. Me senté cansadamente y mire otra vez el vacío. Me asombraba a mi mismo la tranquilidad que tenia en ese momento. Debido a mi historia clínica, operaciones cuando era chico, le tenía un buen pánico a los hospitales. Pese a que fue una de las situaciones mas difíciles, creo que fue cuando mas autentico me sentí. Quizás, sea cierto lo que dicen, en situaciones limite es cuando se demuestra la verdadera esencia de uno.
12-En guardia.
La guardia del Durand estaba llena de gente, había como diez personas delante mío. Lo que menos tenía ganas yo era de esperar tanto. Había dormido tan mal esa noche que cabeceaba más que en la más aburrida clase de economía. Me habré dormido un rato, y aun faltaban como cinco personas. Yo solo me preocupaba de tener identificado al que estaba delante mío, así cuando a el le tocara, yo seria el próximo.
Estuve a punto de irme, con la idea de volver recién al día siguiente. Estaba muy cansado, estuve a punto de salir, me pudría esperar por lo que sentía como un mero tramite. Finalmente me quede hasta que atendieron. Estaba leyendo "La revolución Humana" volumen 2, cuando fue mi turno. Tome el libro y la mochila y entre. Me atendió un medico algo joven, rubio y con lentes a quien llamare "Robbie". Es tal la cantidad de médicos que aparecen el mes siguiente y de la mayoría no se los nombres, así que comenzare a ponerle alguno para identificarlos del resto. Cuando no se para nada el nombre, usare un diminutivo.
Pase a un cubículo de la guardia y comencé a explicar mi dolencia.
-Tengo un dolor acá en la espalda y parte del pecho.-le comente, señalando la zona.-No se si es muscular, si es pulmonar. Hace días había tenido un dolor parecido pero se me fue.-
El medico asintió.
-Bueno, no te hagas problema, te haces un aplaca y vemos que nos dice. Puede ser una contractura...-
Yo concordaba con el, debía ser un nimio dolor muscular. Todo el dialogo era tal y como cuando uno va a comprar algo al supermercado. Todo me parecía un tema ligero y que resolvería en la próxima media hora. Salí del edificio principal del hospital y fui al pabellón de rayos X. Me hice la radiografía de tórax y volví a la guardia. Esperé un poco hasta que se asomo el medico y le mostré que ya tenia listo el estudio. Me hizo sentar en otro cubículo de mamparas marrón y naranja de la guardia del hospital, y se llevo la placa para el fondo. Yo me quede leyendo, esperando su diagnostico.
Al rato de estar muy orondo leyendo mi libro, escuche el siguiente dialogo:
-...Si, esta ahí lo mas tranquilo, con un libro y una mochila.-
Al captar eso, la referencia al libro y mochila, sentí que hablaba de mí. También escuche un: "no lo puedo creer". "Robbie" se asomo y me llamo adentro de las bambalinas de la guardia del Durand.
Me mostró la placa con una expresión de asombro que me dejo mareado. Empezó a decir muchas cosas, todas juntas, que mi mente intentaba ordenar a medida que las lanzaba.
-Flaco, tenés un pulmón pinchado, tenés un neumotórax.-me dijo con cara de no creer.
A propósito de todo, era la primera vez que escuchaba el término neumotórax y ni sabia que significaba.
-Te tenés que quedar internado, te vamos a operar, ahora llamo al cirujano.-decía Robbie, lo que a mi me parecía un vomito de información en borbotón. Debió ser mi expresión, mi cara denotaba que no entendía nada de lo que pasaba.
-Si yo te dejo ir a tu casa, te puede agarrar un neumotórax intensivo mientras dormís y te morís de asfixia.-cerro el medico, tanto o mas asombrado que yo por la suerte de mi noche anterior.
También era una suerte que la vez anterior no me hubiera ocurrido nada de eso. El medico me dijo que tenia que estar cinco días internado.
Yo había visto una raya en la placa, pero pensé que era algo normal Pero no, esa raya era el borde de mi pulmón. El pulmón derecho se había separado de la pared de arriba del tórax y del costado derecho. A eso se le llama neumotórax grado dos. Robbie me hizo sentar en un sillón largo a esperar al cirujano, e le iría a avisar. Me dejo en el sector donde bajan los que trae la ambulancia. Al rato, un policía trajo a dos chicos, uno con la nariz rota y otro con toda la boca ensangrentada. Uno de ellos llevaba la remera de Boca y el otro la de River. Más surrealista no podía ser la escena. Ya no iría a casa, a cenar, leer algo y dormir. Mis planes habían sido cortados de repente. Esa semana no podría hacer todo lo que tenia pensado, ni durante los siguientes días. Todo lo que tenía planeado, ya no corría más. Yo tenía una idea prefijada de lo que seria mi día restante, el día siguiente, toda la semana. Pero, en ese momento me caía el balde de agua fría que todo había cambiado. El mundo se había puesto de cabeza. Y eso donde me dejaba a mí?
Estuve a punto de irme, con la idea de volver recién al día siguiente. Estaba muy cansado, estuve a punto de salir, me pudría esperar por lo que sentía como un mero tramite. Finalmente me quede hasta que atendieron. Estaba leyendo "La revolución Humana" volumen 2, cuando fue mi turno. Tome el libro y la mochila y entre. Me atendió un medico algo joven, rubio y con lentes a quien llamare "Robbie". Es tal la cantidad de médicos que aparecen el mes siguiente y de la mayoría no se los nombres, así que comenzare a ponerle alguno para identificarlos del resto. Cuando no se para nada el nombre, usare un diminutivo.
Pase a un cubículo de la guardia y comencé a explicar mi dolencia.
-Tengo un dolor acá en la espalda y parte del pecho.-le comente, señalando la zona.-No se si es muscular, si es pulmonar. Hace días había tenido un dolor parecido pero se me fue.-
El medico asintió.
-Bueno, no te hagas problema, te haces un aplaca y vemos que nos dice. Puede ser una contractura...-
Yo concordaba con el, debía ser un nimio dolor muscular. Todo el dialogo era tal y como cuando uno va a comprar algo al supermercado. Todo me parecía un tema ligero y que resolvería en la próxima media hora. Salí del edificio principal del hospital y fui al pabellón de rayos X. Me hice la radiografía de tórax y volví a la guardia. Esperé un poco hasta que se asomo el medico y le mostré que ya tenia listo el estudio. Me hizo sentar en otro cubículo de mamparas marrón y naranja de la guardia del hospital, y se llevo la placa para el fondo. Yo me quede leyendo, esperando su diagnostico.
Al rato de estar muy orondo leyendo mi libro, escuche el siguiente dialogo:
-...Si, esta ahí lo mas tranquilo, con un libro y una mochila.-
Al captar eso, la referencia al libro y mochila, sentí que hablaba de mí. También escuche un: "no lo puedo creer". "Robbie" se asomo y me llamo adentro de las bambalinas de la guardia del Durand.
Me mostró la placa con una expresión de asombro que me dejo mareado. Empezó a decir muchas cosas, todas juntas, que mi mente intentaba ordenar a medida que las lanzaba.
-Flaco, tenés un pulmón pinchado, tenés un neumotórax.-me dijo con cara de no creer.
A propósito de todo, era la primera vez que escuchaba el término neumotórax y ni sabia que significaba.
-Te tenés que quedar internado, te vamos a operar, ahora llamo al cirujano.-decía Robbie, lo que a mi me parecía un vomito de información en borbotón. Debió ser mi expresión, mi cara denotaba que no entendía nada de lo que pasaba.
-Si yo te dejo ir a tu casa, te puede agarrar un neumotórax intensivo mientras dormís y te morís de asfixia.-cerro el medico, tanto o mas asombrado que yo por la suerte de mi noche anterior.
También era una suerte que la vez anterior no me hubiera ocurrido nada de eso. El medico me dijo que tenia que estar cinco días internado.
Yo había visto una raya en la placa, pero pensé que era algo normal Pero no, esa raya era el borde de mi pulmón. El pulmón derecho se había separado de la pared de arriba del tórax y del costado derecho. A eso se le llama neumotórax grado dos. Robbie me hizo sentar en un sillón largo a esperar al cirujano, e le iría a avisar. Me dejo en el sector donde bajan los que trae la ambulancia. Al rato, un policía trajo a dos chicos, uno con la nariz rota y otro con toda la boca ensangrentada. Uno de ellos llevaba la remera de Boca y el otro la de River. Más surrealista no podía ser la escena. Ya no iría a casa, a cenar, leer algo y dormir. Mis planes habían sido cortados de repente. Esa semana no podría hacer todo lo que tenia pensado, ni durante los siguientes días. Todo lo que tenía planeado, ya no corría más. Yo tenía una idea prefijada de lo que seria mi día restante, el día siguiente, toda la semana. Pero, en ese momento me caía el balde de agua fría que todo había cambiado. El mundo se había puesto de cabeza. Y eso donde me dejaba a mí?
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